Dos minutos de grandeza. No más. Suficiente para que el americanismo pisara al Guadalajara y lo enviara al sótano del futbol mexicano. Del 70’ al 72’. Tantas cosas pueden pasar en ese lapso.

América vivía una pesadilla en Santa Úrsula, pero tuvo un dulce despertar, una hermosa realidad.

El vuelo del águila con esos tres puntos obtenidos sobre el acérrimo enemigo es de Liguilla. Nadie sacará a los azulcrema de la Fiesta Grande. Azotó a las Chivas con dos goles para ganar 2-1 su tercer Clásico de la campaña. Una vez, en el Clausura 2013, Miguel Herrera guió a los amarillos a ese logro y fue campeón. Ahora lo volvió a hacer. ¿Se coronará? Falta camino, pero es un serio aspirante.

Para que el América venciera a Chivas, contó con un cómplice rojiblanco: Rodolfo Cota, el meta tapatío abrió la puerta al triunfo local con un error ridículo, al no atajar un balón de rutina, cuyo rebote empujó Oribe Peralta (70’). Ahí se echó a perder el partido para el Rebaño. El ímpetu neutralizado tras el gol de Carlos Cisneros (54’) le alcanzó a los americanistas para remontar. Renato Ibarra incursionó en el área para cruzar al poco útil Cota (72’).

Chivas había evaporado en la cancha la pesada desventaja que se notaba en la tabla de posiciones. En esa clasificación habían 14 puntos a favor de las Águilas; en el campo, el Guadalajara fue superior a su archirrival.

La movilidad de Javier López desquició el medio campo amarillo. Los capitalinos sólo atinaron a verle el número la mayoría de las veces. El diminuto jugador rojiblanco fue escurridizo, intimidante. Chofis creó peligro.

Aunque al final, todos los males de la temporada volvieron a atacar al Rebaño Sagrado.

El gol era una incógnita para el Chiverío, un acertijo indescifrable y un laberinto del cual, nadie vestido de rayas en Santa Úrsula podía salir. Tiros de Alan Pulido hacia afuera, desbordes de Carlos Cisneros y Carlos Fierro eran punzantes, pero piadososos. El campeón también apostó a la pelota parada sin poder vulnerar el marco del portero Agustín Marchesín.

América, una sombra de sí mismo. Indolente, como si enfrente estuviera cualquiera, no su máximo e histórico oponente. Aire de menosprecio, de lo que siempre presume y es parte de su grandeza, pero ahora daba la impresión de que los azulcrema pensaban que con la playera y la tabla sería suficiente para derrotar a Chivas.

Los de Coapa se dejaron ir abajo en el marcador con un remate cruzado de Cisneros. Pero Cota, al permitir los dos goles azulcrema, desperdició la victoria parcial tapatía. Le abrió las puertas del infierno a las Chivas, que es el peor equipo de la Liga MX por los triunfos del Puebla y de los Pumas.

Mientras América vuelve a su soberbia habitual. Es sublíder, candidato al título y presume haber mandado al Guadalajara a asfixiarse en la inmundicia.

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