GUADALAJARA.— En el césped de Verde Valle no hay lugar para carcajadas. Rostros serios. Semblantes tensos. Eso es lo que se observa en el entrenamiento del Rebaño Sagrado, un día después de caer en casa frente a Santos Laguna por 0-1, para llegar a cinco descalabros de manera consecutiva: dos en Liga, dos en amistosos y uno en Copa MX.

No es para menos. La presión va en aumento en un equipo que se encuentra cerca del descenso. Sólo dos puntos de ventaja tiene Chivas sobre Puebla. Debajo de ambos se encuentran sólo los Leones Negros, cuyo porcentaje es tan volátil, que un par de victorias lo colocarían por encima de sus inmediatos competidores.

Lo del Guadalajara es más que preocupante. Por eso, las bromas brillan por su ausencia en una práctica regenerativa, en la que sólo los que tuvieron menos actividad el domingo, son exigidos.

En el entrenamiento no se encuentra Ángel Reyna, quien sufrió una lesión en el codo izquierdo. El cuerpo médico del Rebaño Sagrado asegura que no le impedirá participar en los próximos juegos. Pero al menos este lunes no ha podido trabajar al parejo de sus compañeros.

A las caras largas se suma otro ingrediente que expone el grado de tensión que existe en Chivas: al finalizar la práctica, el capitán Omar Bravo se queda al fondo del campo para sentarse y platicar con el técnico del equipo, el argentino Carlos Bustos.

Durante más de 40 minutos, ambos personajes intercambian puntos de vista. No es una charla a gritos, pero la preocupación se hace evidente a lo lejos. Guadalajara no encuentra el rumbo. Bustos desde la banca y Bravo dentro del terreno de juego, son dos de los principales encargados de hacer que el proyecto funcione.

Apenas el domingo, el mochiteco fue sustituido en la segunda parte, tal como había ocurrido días atrás en el partido de Copa MX frente a Coras de Tepic. Nuevamente, el movimiento no le gustó. Esta vez, sí saludó al técnico al abandonar el campo. Sin embargo, olvidó entregar el gafete de capitán.

Cuando el árbitro se dio cuenta que nadie en Chivas lo portaba, detuvo el duelo para que regresara la cinta al terreno de juego. Bravo se la quitó y se la envió a Carlos Salcido, quien la rechazó, luego de no recibirla personalmente del capitán. La tensión es evidente en el Rebaño Sagrado.

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