Oribe Peralta tenía el asombro en sus ojos. Incrédulo, sólo trataba de evitar los empujones que sentía y las múltiples solicitudes de autógrafos que sus nuevos fans le exigían en el aeropuerto capitalino.

El delantero, agobiado y con prisa, supo entonces lo que el americanismo representa.

Decenas de cámaras querían captar al Cepillo y los aficionados azulcremas querían esa codiciada selfie que terminó por frustrarse por los agentes de seguridad y los reporteros que querían unos palabras del delantero de moda del futbol mexicano.

“Atrás, por favor, un pasito hacia atrás”, gritaba un guardia que terminó por ser ignorado, pues sus órdenes no fueron seguidas.

Como pudo, Oribe se escurrió entre el tumulto. No se paró a saludar a nadie, ni a posar para un retrato. Hasta aceleró el paso cuando un sonido metálico, señal de un objeto caído, lo puso aún más nervioso para acelerar la huida.

Miguel Layún también se mostraba espantado.

“Venga, Hermoso, sé un chingón en el Ame”, le gritaba un fan regordete con una bufanda águila y una playera pirata del equipo de sus amores.

Una vez dentro de la fila para tomar el avión a León, Peralta dirigió su mirada hacia afuera. Una chica le mandó un saludo en espera de ser correspondida por el “galán” americanista.

El otro asediado era Raúl Jiménez. Su espigada figura fue fácilmente reconocible. Como Oribe, también huyó del caos que generaban sus aficionados en el aeropuerto capitalino.

Mas la súplica era distinta hacia el joven : “Quédate, por favor, no te nos vayas al Porto”. Raúl evitó contestar.

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