Tomás Boy se queda desolado con las manos en los bolsillos. Abucheos en la grada acompañan su estampa. El empate, cuando se dirige a Cruz Azul, resulta paupérrimo. El ‘Jefe’ lo descubre cuando llega el silbatazo final y el marcador dicta 1-1 contra Dorados, el sotanero de la tabla de porcentajes y de posiciones. La afición celeste sufre como casi siempre en los últimos 17 años.

Máquina gris, fría, sin corazón. La supuesta personalidad del nuevo técnico cementero jamás se transmite. Boy mantiene su racha de no ganar en su presentación con un club desde el Invierno 98. Los albiazules (12 puntos) siguen penúltimos, la luz de esperanza de clasificar a la Liguilla comienza a apagarse.

Poca distancia entre los Cementeros de Bueno y los del ‘Jefe’. La diferencia más notable es que en el área técnica hay más aspavientos, reclamos y corajes. En el campo, muchas similitudes. El revulsivo no llega, la igualada es amarga.

Tarde fría, con lluvia ligera, que daba al partido un ambiente melancólico. La expectativa en la grada no fue tanta por ver a Tomás Boy estrenarse como entrenador de Cruz Azul. Asientos vacíos como si la llegada del ‘Jefe’ le fuera indiferente a una afición que suele ser castigada por su equipo que llegó al compromiso como un club pálido.

El flamante entrenador manda a los hombres que han sido constantes. Se casa con el “librito” y, pese a haberse peleado con ellos en el pasado, pone de titulares a Christian Giménez y Jesús Corona. Las rencillas añejas pueden esperar.

Cruz Azul quiere tener el esférico. Busca por la bandas con Joao Rojas. El ‘Chaco’ funge de armador y todos los balones buscan la referencia de Vicente Matías Vuoso. Pero Dorados se ve mejor. Apremia y convierte en figura a Corona, el “desquiciado”, como lo llamó Boy.

El portero celeste salva un mano a mano con Roberto Nurse y le da moral a su equipo. Los sinaloenses poco a poco se asientan. Sensación que desaparece al minuto 33.

Un cobro de tiro libre, frontal, pero con dirección a gol de Gerardo Torrado, es peinado por Julio César Domínguez. Ese ligero toque desconcierta a Luis Michel. La tribuna despierta, corea el gol que le da ventaja a los celestes. Boy no festeja. ‘El Gran Pez’ se mantiene con el balón. Cruz Azul contragolpea sin éxito.

El estadio Azul guarda silencio, está congelado. Rompe en hartazgo cuando Christian Suárez, al 85’, aprovecha un centro de Giovani Hernández que nadie corta. Dorados festeja. El partido acaba, poco después de que La Máquina reclamara un presunto penalti sobre Rojas que no se decreta.

Tomás y Cruz Azul suman 43 años sin título de liga. Les falta funcionar mejor como mancuerna, si quieren fulminar sus respectivas maldiciones.

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