VERACRUZ.— Caminó lentamente hacia el túnel que conecta con los vestuarios del estadio Luis Pirata Fuente. El sofocante calor jarocho había mermado a Ignacio Ambriz... Pero no tanto como la falta de punch aquejada por sus Gallos Blancos.

El Querétaro salió con vida (0-0) del hogar del equipo que llegó como líder a la sexta jornada del Apertura 2013, pero su director técnico padeció durante los 90 minutos, en especial los últimos 10, esos en los que los Tiburones Rojos amagaron con devorarse a un contrincante que lució satisfecho con la igualada desde que volvió del camerino.

Ambriz intentó desahogar a sus futbolistas con los ingresos de Isaac Romo y Luis Loroña, pero —al igual que Esteban Paredes y Amaury Escoto— los dos atacantes carecieron de balones para inquietar al Édgar Hernández de los veracruzanos.

Su homónimo, el guardameta visitante, tuvo mucho más trabajo, sobre todo porque Ángel Reyna desquició a la zaga queretana. El problema para el hombre sensación del campeonato es que no pudo definir bien.

Lamentó como ninguna otra jugada aquella del primer tiempo en la que rescató un cambio de juego que parecía perdido, para después driblar a Apodí y Mario Osuna. La afición roja ya preparaba la garganta, mas su “ángel guardián” falló.

Sentimiento experimentado por Paredes en la única acción que realmente puso nerviosos a los aficionados jarochos presentes en el inmueble. El talentoso goleador chileno se inventó un ensayo de otro juego. El balón se dirigía al ángulo superior izquierdo del marco, pero Hernández lo mandó a tiro de esquina con el guante derecho.

Oasis en el desierto ofensivo de los Gallos Blancos, quienes ya suman 190 minutos sin anotar fuera de La Corregidora. Su más reciente tanto fue en el Olímpico Universitario, firmado por Paredes, a servicio de Wilberto Cosme, esa gacela que volvió a jugar su mejor duelo fuera del campo.

Sin el colombiano, al Querétaro le falta explosividad. Escoto trató de cumplir ese rol. No pudo.

A diferencia de Osuna, quien se las ingenió para marcar a Reyna. La ausencia de Oswaldo Henríquez en la zaga central fue cubierta con velocidad y coordinación. Antídoto contra el genio que mueve al Veracruz.

George Corral se quedó muy cerca de echar todo a perder con el ligero empujón que propinó al seleccionado nacional cuando se jugaba la compensación. La multitud exigió el penalti, Ángel también, pero el árbitro Fernando Guerrero ni se inmutó. La falta que se inventó dos semanas atrás, contra el Cruz Azul, le cobró factura.

Eso no impidió que el estratega de los Gallos Blancos contuviera la respiración durante esa fracción de segundo que pareció una eternidad. Su equipo estaba por ligar cuatro juegos sin triunfo (tres empates y un revés), pero otra derrota como visitante habría sido bastante dolorosa.

Complicada tarde para el Querétaro en casa de unos escualos que no han perdido desde que volvieron a la Primera División (tres éxitos e igual número de igualadas), con una temperatura superior a los 30 grados, mas el calor no fue el causante de que sus labios terminaran secos. Lo que le robó el aliento fue el sufrimiento queretano.

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