Al terminar la función del sábado, el único resultado real para muchos de los aficionados que vieron la confrontación entre Saúl Álvarez y Gennady Golvkin fue la necesidad de una tercera pelea.

El estrecho margen de victoria que los jueces concedieron al Canelo no dejó satisfecho a un sector del público, que pide prolongar la rivalidad entre el mexicano y el kazajo, quienes acumulan 24 rounds boxeando entre ellos.

Sin embargo, la revancha no aparece en un futuro inmediato.

Con los cinturones de la división de los medianos en su poder, pero sobre todo el gusto de terminar con el invicto de GGG, lo que incrementa su legado, Álvarez deja en visto las intenciones de revancha del kazajo y concentra su conversación en otros peleadores, con los que pueda sumar victorias, dinero y fama.

“Voy a disfrutar este momento. Ya veremos luego con quién peleamos”, dijo el Canelo.

Durante un año, Golovkin —junto con su equipo— se volvieron la pesadilla del tapatío, al criticarlo por “correr” en el primer enfrentamiento, suscitado en septiembre de 2017, pero sobre todo por recordar en cada entrevista o conferencia de prensa la suspensión de seis meses que recibió al resultar positivo por clembuterol en dos pruebas antidopaje.

Con varios meses tortuosos que arrancaron la tranquilidad de su entorno, Saúl y su promotora alejan su radar de Golovkin.

David Lemieux consiguió una espectacular victoria en la velada de la T-Mobile Arena, al noquear en el primer asalto a Gary O’Sullivan. Enfrentarlo tal vez no represente un lucrativo cheque para el Canelo, pero el poco pedigrí del canadiense dentro del boxeo, aunado a pertenecer a Golden Boy Promotions, hará que las negociaciones sean un día de campo.

Con el contrato de HBO en el punto final, la promotora de Saúl obtuvo la libertad para escuchar ofertas... Y lo hará.

bft

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