FORTALEZA.— Se rezagan un poco del grupo que trota alrededor de la cancha. No es que Oribe Peralta y Giovani dos Santos estén más cansados que el resto o prefieran dosificarse. Elaboran el plan de ataque para el siguiente juego.

Cómplices dentro y fuera del lienzo verde, con una conexión que procuran alimentar cada segundo. Forman la dupla ofensiva del Tri, esa que fue clave para vencer a Camerún en el debut.

El tándem fue indispensable para la consecución de la histórica medalla áurea en los Juegos Olímpicos Londres 2012, hito que esperan repetir en Sudamérica. Por eso, intercambian puntos de vista, construyen mágicas paredes en sus mentes… Perfeccionan esa sincronía que convenció a Miguel Herrera de que ellos deben cargar con la ofensiva mexicana.

“Platicamos mucho cuando estamos entrenando o fuera de la concentración, sobre lo que tenemos que hacer o cómo debemos movernos”, relata El Cepillo. “Hay mucha comunicación y eso es lo importante, porque hemos jugado algunos partidos juntos y sí me entiendo muy bien con él”.

Quedó demostrado sobre el húmedo césped de la Arena das Dunas. El temporal no se ha ido del noreste brasileño, tampoco el espíritu perfeccionista de los dos depredadores del área.

Sus labios aún tienen el dulce sabor de una victoria mundialista, pero quieren más. Saben que el próximo rival representa el máximo reto en la XX Copa del Mundo de futbol, así es que no desperdician minuto alguno.

Cada quien ofrece sus argumentos, se escuchan mutuamente. El acuerdo sobre el plan de acción es sellado con un apretón de manos y jugueteos de cabellos.

“Oribe es un gran delantero, lo ha demostrado”, recuerda el pequeño hechicero de ébano. “Es un jugador que te hace las cosas mucho más fáciles”.

“Jugar a su lado siempre es bueno y hemos tenido grandes logros juntos. Esperemos hacer bien las cosas en este Mundial, que se repita algo así”.

Han pasado casi dos años desde aquel inolvidable verano británico. Su relación también resultó afectada por la sacudida que cimbró a la Selección Mexicana en 2013, pero la memoria futbolística de ambos es privilegiada.

Les bastaron unos cuantos minutos para recobrar ese entendimiento que los hace imprescindibles. Ante los Leones Indomables comprobaron que pueden dinamitar las áreas contrincantes. El hombre del América anotó. El del Villarreal también, aunque el árbitro colombiano Wilmar Roldán y su asistente Humberto Clavijo le hurtaron la gloria.

“Nos entendimos juntos”, valora Peralta. “Mientras más jugamos, nos adaptamos mejor. Vamos a tratar de llevar a México a donde queremos”.

Su objetivo es la bóveda celestial. Demasiado alto, así es que no hay tiempo para relajarse o distraerse.

Dos Santos ha dejado de ser el habilidoso chico que debía ser el único generador de futbol en el Tri. Hoy es un delantero igual de despiadado que su cómplice, rol que le fascina.

“He jugado en varias posiciones. Últimamente lo he hecho en esa y el profe Miguel cree que es donde más puedo ayudar al equipo, así es que estoy para servir a la Selección donde sea”, comparte.

Humildad en todos los sentidos. Se trata de uno de los jugadores mexicanos con mayor prestigio, pero Oribe Peralta revela que siempre está abierto a críticas por parte de sus compañeros.

“Ayuda tener un grupo tan bueno y que respete cuando alguien le llame la atención a otro o lo corrija… Es muy bueno”, sentencia el lagunero más lagunero, quien revela que la planeación no incluye festejos: “El de ahora fue espontáneo. Esperemos que sean muchos y nos lleven a lo que estamos buscando”.

Complicada misión, por lo que ambos le sacan jugo a cada instante. Eso explica que se rezaguen del grupo. No descansan, planean cómo desquiciar a los defensas contrarios.

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