Esta vez contra Monterrey, la estadía de Rubens Sambueza duró 73 minutos en el campo. La semana pasada, en la vuelta de cuartos de final frente a Pumas, permaneció 55 minutos, y el miércoles pasado salió al 68’.

La primera vez, en CU, la razón obedeció al desgaste físico, a raíz de una lesión. Las dos últimas, por las tarjetas amarillas que han comprometido al útil mediocampista de las Águilas.

“Miguel trata de cuidarme de que por otra falta me puedan sacar la segunda amarilla”, comprende el argentino. “Pero este era un partido para seguir jugando”, comparte, con relación al choque del pasado miércoles en La Sultana del Norte.

“Me quedé con muchas ganas”, admite, en torno de su molestia por salir antes de tiempo. “Mas esas habrá que reservarlas para el sábado”, se anima, convencido en finiquitar la serie de semifinales.

Para ello tendrá que cuidar más el tema de las tarjetas amarillas: “Siempre las cuido, trato de que no me saquen amarillas, pero por la intensidad del juego, me he estado llevando amarillas, aunque la idea es que eso no suceda”.

Y es que Sambueza entiende que no es tiempo de relajarse, menos cuando el resultado no fue tan bueno como lo insinuaba la actuación del equipo: “El empate deja un saborcito agridulce. No fuimos tan contundentes como en otros partidos, pero ojalá que esos golecitos que no entraron puedan caer el sábado y pasemos a la final, que es lo que todos desamos”.

—¿Tienen medio pie en la final?, se le cuestiona.

“Se puede decir, pero todavía faltan 90 minutos y no hay que pensar que ya estamos en la final”.

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