Ignacio Ambriz enrojeció las palmas de sus manos tras el silbatazo final del árbitro Paul Delgadillo. No le quedo de otra, por más que la igualada con el Veracruz (0-0) fuera una daga en el corazón.

Los Gallos Blancos pudieron ganar su cuarto juego en fila, pero el meta Édgar Melitón Hernández les arrebató dos unidades con aquella fantástica atajada ante Danilinho. El poste izquierdo del marco local también les conservó la que sumaron en el zapatazo de Jehu Chiapas.

Agradable segundo tiempo al que le faltó el gol, por más que los dos equipos crearon opciones en las áreas rivales.

Después de superar a la Universidad de Guadalajara (0-1), al Pachuca (2-0) y al Santos Laguna (2-3), los Tiburones Rojos lucían como una presa sencilla. Nada que ver con la realidad.

El estratega queretano lo comprobó cada que a sus jugadores se les iba el aliento. Dominaron gran parte del duelo, pero hallaron claridad hasta que Antonio Naelson Sinha ingresó al campo.

Para entonces, sólo restaban 45 minutos por jugarse.

El genio de bolsillo hizo soñar con que él sería suficiente, sobre todo porque su inteligencia fue complementada por la velocidad de Camilo y William da Silva.

Par de gacelas brasileñas que desquiciaron a la zaga jarocha, plagada de experiencia, mas carente de piernas.

Leobardo López, Óscar Mascorro y Leiton Jiménez sufrieron para controlar a los veloces atacantes del local. Para su fortuna, el arquero salió en una de esas noches que no se olvidan.

Quedó claro desde que Ángel Sepúlveda superó todo, incluso las faltas de Mascorro. Pero el central del Veracruz se llevó la victoria, porque el chico llegó sin combustible a la hora cero, y así Melitón pudo acorrarlo y propiciar el error. El grito de gol se atoró en miles de gargantas.

Nunca salió, aunque sí hubo varios lamentos de Ambriz y Carlos Reinoso, ese hombre que —nominalmente— es el auxiliar de Cristóbal Ortega, mas cumple funciones de director técnico.

El Maestro es el guía en un grupo que también tiene a Juan Antonio Luna como asistente. Tercia con aroma americanista que ha hecho de los escualos un equipo plenamente consciente de sus limitaciones y objetivos.

Los Tiburones Rojos sostienen una lucha que ya es ajena para el Querétaro, la de la permanencia. Sólo han ganado un cotejo en el torneo, aunque no son derrotados desde la fecha inaugural.

Hernández sólo ha sido vulnerado un par de ocasiones y las tres igualadas que suman (Puebla, Veracruz y Gallos Blancos) han sido sin tantos.

Lo que explica el nerviosismo mostrado por Ortega, Reinoso y el Cabezón durante el cuarto de hora final, en el que los locales acorralaron a los jarochos.

Ambriz presentía que su adversario se iría feliz con el empate, pero él aspiraba al liderato general. Necesitaba que el América perdiera hoy con el Morelia para mantenerlo. El primer paso ni siquiera fue dado.

Los ingresos de Ricardo da Silva y Othoniel Arce representaron las últimas cartas del estratega, a quien no le quedó más que aplaudir el ímpetu de sus jugadores.

Simple desahogo a la frustración generada, porque los Tiburones Rojos se le fueron vivos, al igual que la cima.

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