NATAL.— Lo único que impide la totalidad del déjà vu son las marcadas diferencias entre la Arena das Dunas y el estadio Maria Lamas Farache Frasqueirao, donde el Tricolor se despoja de la adrenalina generada tras la victoria sobre Camerún (1-0). El resto es la misma pintura: ilusión, torrencial lluvia y espectacular alarido cuando los elegidos por Miguel Herrera pisan el campo.

Los ojos de los futbolistas tricolores se abren aún más al darse cuenta de que la tribuna de enfrente está ocupada por unas 400 personas. La mayoría son aficionados, quienes vuelven a agradecerles por la felicidad que representó el resultado en el debut mundialista.

Mañana de sorpresas para El Piojo y sus futbolistas. Ahí está Mishelle, la hija del entrenador nacional, también los padres de Javier Aquino, Raúl Jiménez, Miguel Ponce, Diego Reyes, así como las esposas del auxiliar Santiago Baños y el entrenador de porteros José Torruco.

Las innumerables gotas ya son imperceptibles. Lo que quieren es cumplir la primera de las vueltas ordenadas por el estratega para acercarse al enrejado que los separa de su mejor obsequio.

Varios convivieron con sus seres queridos la noche anterior, pero no sabían si éstos podrían asistir a la práctica. Herrera ordenó que se les permitiera el acceso. La motivación alcanza un grado mayor.

Y también están cientos de los aficionados que llegaron hasta el norte de Brasil con la ilusión de presenciar una actuación histórica del representativo nacional. El primer paso ha sido dado.

Todo es júbilo y emoción en otra lluviosa mañana. Hay gritos para todos, aunque roban cámara Oribe Peralta, Giovani dos Santos, Rafael Márquez, Guillermo Ochoa, Javier Hernández y Miguel Layún.

“¡Gracias Hermoso por ese gol, te lo debemos todo!”, “¡Gio, si sigues así te regresan al Barcelona!” y “¡Todo es culpa de Layún!” son algunas de las expresiones que destacan. El lateral izquierdo del América voltea, sorprendido, y levanta el pulgar derecho.

“Hemos podido convivir un poco con ellos. Ahora que se acercaron a Recife, que es donde estamos, tuvimos la oportunidad”, comenta Raúl Jiménez, padre del homónimo delantero de las Águilas.

La convivencia sigue por la tarde, cuando todas las familias de jugadores, miembros del cuerpo técnico o directivos presentes en el gigante sudamericano acuden al hotel de concentración. Además de lo que ayuda debutar con triunfo, Herrera y sus colaboradores saben que es fundamental recargar energías con las personas más allegadas.

El objetivo es llegar sólidos en todos los ámbitos al cotejo de pasado mañana, frente al pentacampeón mundial, cuya prensa también acude al estadio Frasqueirao.

La presencia de la Selección Mexicana en esta lluviosa zona de Brasil ha fulminado su característica quietud.

“¡Brasil va a probar el chi… nacional!”, retumba en el vetusto y descuidado estadio, lo que provoca algunas risas entre los propios jugadores, quienes viven un día especial, lleno de sorpresas y muestras de cariño. Es la preparación que un entrenamiento no puede dar.

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