TURÍN.— El Sevilla conquistó la Liga Europa de Futbol al vencer 4-2 en la tanda de penaltis al Benfica tras un partido dramático que llegó sin goles al final de la prórroga.

El conjunto español añadió un tercer gran título continental a su palmarés tras las conquistas de sendas Copas de la UEFA en 2006 y 2007. Por su parte, el Benfica prolongó su particular maldición: lleva 52 años sin ganar un título continental y ocho fracasos consecutivos en las finales.

Fue una final taquicárdica con dos equipos generosos cuyos jugadores acabaron exhaustos por el esfuerzo. Y si hay que buscar un héroe de la final, ese fue el arquero portugués Beto, quien paró dos penaltis al Benfica en la tanda definitiva.

La primera parte no tuvo dueño, pero el Benfica puso las ocasiones en el tramo final. Hasta ese momento no pasó casi nada, porque ambos rivales se preocuparon más por no cometer despistes que por buscar decididamente el área rival.

El Benfica apostó por un repliegue ordenado, llevando lejos de su área la línea del fuera de juego, y eso complicó mucho al Sevilla. Al conjunto español se le apagaron las luces cuando se acercaba al área portuguesa.

La segunda mitad fue diferente y tuvo un inicio trepidante. Ambos conjuntos se quitaron los corsés tácticos y se sucedieron las llegadas a ambas áreas. Ninguna más clara que la de Rodrigo, cuyo remate sacó Pareja en la línea de gol. Luego José Antonio Reyes respondió con tres remates que no encontraron red.

El Sevilla descuidaba las marcas, sobre todo en los laterales, lo que invitaba al Benfica a tirar contraataques. Sin centro del campo, el encuentro quedó desgobernado y muy bonito para el espectador, mientras los entrenadores sudaban para intentar ordenar a sus jugadores.

El Sevilla encontró un faro en el joven extremo Vitolo, cuya potencia impresionó al Benfica. Sólo le faltó una cosa: el pase final.

El Benfica jugó como el gato que está seguro de la fiereza de su zarpazo, aunque éste nunca llegaría. Cedía la posesión, pero cada contraataque era un temblor de piernas para los hinchas del Sevilla. Los 33,000 espectadores que no llenaron el estadio de Turín vivieron un final de partido con arritmias en sus corazones.

Como ocurrió en el primer periodo, Benfica acabó mejor la segunda parte. El Sevilla, fatigado, acabó colgado del larguero y pidiendo el final del encuentro. Y sus plegarias fueron atendidas. La final se fue a la prórroga.

El Benfica siguió dominando en al añadido, pero el Sevilla tuvo la ocasión más clara. Fue en un mano a mano de Carlos Bacca, aunque el colombiano llegó asfixiado al área y mandó el balón fuera por muy poco.

El Benfica fue el dueño de la prórroga, aunque le faltó hacer algo más que colgar balones al área. El Sevilla defendió con orden y el título quedó para los penaltis. Para entonces, los calambres y espasmos musculares eran mayoría en el verde de Turín.

El título quedó en manos de los jugadores con más sangre fría y ahí triunfó Beto, quien paró dos tiros al Benfica y dio la victoria al Sevilla en la tanda por 4-2. El conjunto español no erró ni uno solo de sus tiros.

Sevilla vuelve a ser grande de Europa, y Benfica, que no perdió ningún partido en el torneo, tendrá que seguir esperando otro año más. Y van 52.

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