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No se le ve por dónde. Hagan lo que hagan, vayan donde vayan, la maldición de los Gallos Blancos es eterna, o por lo menos es lo único certero que tiene este equipo, que ayer sufrió la caída acostumbrada, esta vez por 3-2, en su visita al Cruz Azul.
Buena exhibición futbolística de los Gallos, que hasta lograron empatar a uno el marcador, pero al final la diferencia de los planteles fue demasiada.
Omar Bravo despertó y guió a los Cementeros a su segunda victoria en casa para llegar a 21 puntos, en tanto que los tantos de Diego Vera y Luis Ángel Landín por los Gallos sólo quedaran en lo anecdótico, ya que no sirven de nada, pues se quedan en tres puntos y siguen mirando para abajo, con peligro de quemarse, al ubicarse en el sótano de la tabla general, pero más peligroso aún: de la porcentual.
Parecía que la noche se le venía a los Gallos cuando apenas a los siete minutos de juego, Omar Bravo aprovechó un descuido de García Arias y Dionicio Escalante para poner arriba en el marcador a Cruz Azul.
Los Gallos no se quedaron dormidos con el gol en contra. Sergio Bueno mandó a sus huestes al ataque; y es que para el Querétaro no hay más que matar o morir.
Las descolgadas de Armando Pulido por la izquierda y Diego Guastavino hicieron sufrir a la zaga cementera, tanto que Memo Vázquez estuvo a punto de hacer modificaciones en la primera parte. La recompensa de Gallos llegó rápido, cuando Pulido volvió a dejar atrás a Gerardo Flores, para poner el balón justo entre los centrales cementeros y con ello, Diego Vera pudo empatar el marcador.
La igualada era bien merecida por la garra que mostraron los Gallos, pero ante la clase de jugadores que tienen los Cementeros, el echarse para atrás era un verdadero error y eso lo aprovechó Christian Giménez, quien centró para que Omar Bravo volviera a hacer de las suyas y pusiera otra vez el marcador a favor de los locales.
La mala nota fue la agresión de Dionicio Escalante hacia Bravo, que bien pudo marcarse como expulsión. Con esa acción terminó la primera parte.
Gallos quiso vender cara la derrota. Tenía que ir por el empate, no le quedaba de otra, mas no había media cancha que soportara los embates cementeros y los queretanos acabaron cediendo y más cuando Mariano Pavone anotó el tercero de los de casa.
Las huestes de Sergio Bueno no se dieron por vencidas. Pocas veces tenían el balón, pero generaron peligro, tanto que Luis Ángel Landín volvió a meter al cuadro del Bajío al juego al marcar en una descolgada.
Los minutos finales fueron de apremio azul, ante unos Gallos Blancos que no dejaban de aletear, aunque sus alas estuvieran casi sin plumas.
Y sin plumas se quedaron. En el último minuto el portero Sergio García fue en busca del milagro pero el Gallo cayó. No hay milagro para un equipo que haga lo que haga, busque donde busque, no puede ganar, por lo que sufrió la caída acostumbrada para seguir hundido en la general y en la porcentual.