BUENOS AIRES.— Inspirado, como si jugara el último partido en su carrera, Antonio Naelson Sinha repartió clase en la mítica Bombonera, la del todo poderoso Boca Juniors, donde —contra todos los pronósticos— el Toluca se impuso 1-2, en su debut en la Copa Libertadores 2013.

Los trazos precisos de Sinha son resueltos por el cañonazo oportuno de Carlos Esquivel y el mágico globito de Édgar Benítez, para dar la vuelta al juego, con todo y que antes Gerardo Rodríguez había errado un penalti.

Sí, es el mismo Toluca que apenas el domingo había sido “paseado” por Tigres en la otra Bombonera, la del Nemesio Díez, en el certamen mexicano de Liga. “¡Oles!” para el rival y silbidos contra los Choriceros habían aderezado la contienda en el infierno rojo. Nadie podía imaginar que, días después, el conjunto mexiquense cambiaría tanto... No contra el Boca Juniors.

Tan inesperado es el resultado que a la hora de revisar las estadísticas, este es apenas el segundo triunfo de un club mexicano en el estadio del inmortal Boca Juniors. Antes, sólo aquel triunfo del Cruz Azul, en la final de 2001, había sorprendido a todos. No tanto para ser recordada, porque en penaltis, los argentinos habían asegurado el título de aquella edición libertadora.

Diabólica transformación

Ordenado, bien parado, intenso, muy diferente al desfigurado pingo que había caído en su casa a manos del líder Tigres, así se ve al Toluca en el esperado debut del trascendental certamen continental. Muerde, incomoda y toca, apremia al rival.

El problema es que los Diablos Rojos se topan con una injusta desventaja, a partir de un discutido penalti en el que Lautaro Acosta parece buscar la pierna de Novaretti, para enseguida clavarse en el área. La definición de Santiago Silva, desde los 11 pasos, deja sin posibilidad de reacción al guardameta Alfredo Talavera. Es el 1-0 del Boca en apenas 22 minutos.

El Toluca, sin embargo, no se desespera. Conserva su dinámica y en el complemento, Antonio Naelson vuelve a ser Sinha, para alimentar las piernas de sus compañeros y catapultar el éxito rojo.

Primero, al minuto 51, El Pájaro Benítez, en una acción idéntica a la del primer penalti, se tira dentro del área y el silbante peruano, Víctor Hugo Carrillo, decreta la infracción al reglamento. Esta vez, para acentuar los trágicos temores nacionales, Carlos Gerardo Rodríguez telegrafía el cobro y entrega el balón al portero Agustín Orión.

Enseguida despierta la inspiración futbolística que los Choriceros se habían reservado para esta contienda. Al 59’, Sinha proyecta a Carlos Esquivel, quien decidido dispara cruzado y vence a Orión.

Mejor aún, al 72’, Antonio Naelson filtra para El Pájaro Benítez, quien bombea como maestro, al ver adelantado al meta anfitrión.

Sí, es la victoria toluqueña, la segunda para un club mexicano en la historia, en el mítico escenario del Boca. Lo suficiente para advertir que los Diablos han vuelto a sacar su picudo tridente.

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