Sí, Ricardo La Volpe ha creado un América indestructible en el Estadio Azteca.

Pero es un martirio verlo.

Tuvo que apelar a una genialidad individual de Michael Arroyo para ganarle al Necaxa 1-0. El ecuatoriano se quitó a tres hombres, disparó y el rebote le quedó a Oribe Peralta, quien empujó (83’) para darle los tres puntos al América que llega a 21 y mira la Liguilla cada vez más cerca. Son 16 partidos —entre Liga y Copa— de los emplumados sin perder en su Nido, desde que llegó el “Bigotón” a Coapa. En el actual torneo suma seis encuentros invicto y sin recibir anotación en Santa Úrsula. Marcas en tonos grises que alcanzó a colorear de victoria Micky con sus regates enloquecedores, mismos que le permitieron al “Cepillo” engendrar un nuevo festejo para el americanismo urgido de loas.

Se esperaba que el América se mostrara en el terreno de juego abrumador, que hiciera pesar los siete puntos de ventaja sobre los Rayos con los que llegó al compromiso. Quizá, también, que la motivación surgiera de la celebración de su partido mil como local en el monumental Estadio Azteca.

Nada de eso sucedió en la primera parte. Al revés. Para ver al equipo de La Volpe hace falta tener un insomnio crónico y desarrollado. De no ser así, observar a los azulcremas “bigotones” resulta relajante y el conducto perfecto para dormir a eso de las nueve de la noche. Poco futbol en la cancha y muchos bostezos en las gradas. Algunos destellos de un rapado Diego Lainez, intentos de larga distancia de William da Silva y fue todo en los 45 minutos iniciales.

Marcelo Barovero, cancerbero de los Hidrorrayos, cumplió con atajadas rutinarias que jamás le obligaron a hacer una intervención antológica. La figura de la primera parte resultó Agustín Marchesín. En la única jugada de peligro necaxista, el argentino salvó al América del gol, tras un remate de cabeza a quemarropa de Marcos González, tras un cobro de tiro libre desde la derecha. De ahí en más, el aburrimiento típico que ofrece el lavolpismo actual apareció en su máxima expresión, tal y como le sucedió el viernes anterior ante Tijuana.

El gol quedó extraviado en Santa Úrsula. Nadie lo encontró. Ninguno de los dos hizo demasiado por encontrarlo. El descanso sirvió para aliviar el hastío de un juego triste. Las ganas de ver un choque más digno se desvaneció pronto ante la escasez de creatividad e ingenio que provocara alaridos en la tribuna.

El club águila se mantuvo en la inercia del inicio durante la segunda mitad. Ninguno de sus atacantes logró descifrar a los Rayos dedicados a defender con tal de arrancar el punto. La eterna apuesta lavolpista del balón detenido nunca tuvo el éxito que siempre quiere obtener de esas jugadas el timonel amarillo.

Necaxa se mantuvo fiel a su idea de cortar el juego a faltas, empujones y jalones, porque su meta era la de anular en vez de buscar una ruta hacia el triunfo. El empate le sedujo, pero lo pagó muy caro. Cuando se conformaron los de Aguascalientes, la velocidad de Arroyo, aunado a sus interminables fintas, destrozó las cinturas de los zagueros. Sus bicicletas sirvieron para que Oribe rematara. Era la recta final del encuentro, momento en que el América encontró la única manera de darle espectáculo a su parcialidad. La Volpe es efectivísimo en el Azteca. Tanto como su equipo resulta aburrido.

Google News

TEMAS RELACIONADOS