Un olor a whisky emanó de la camioneta que, casi a la medianoche del 13 de septiembre de 2000, pegó violentamente contra un autobús en El Cotorro, un populoso barrio al sureste de La Habana.

En estado de embriaguez, el conductor estuvo más de una hora sin poder salir del vehículo, porque su pierna izquierda —una de las más famosas en la historia del mundial—, quedó atrapada.

Al llegar a la escena, los rescatistas se percataron de que el protagonista era una figura del deporte mundial: Diego Armando Maradona, huésped de honor del entonces presidente de Cuba, Fidel Castro (fallecido en 2016).

Discreto, un argentino —camarógrafo, corresponsal en Cuba y amigo de Maradona— se arrimó al auto y ocultó una botella de whisky casi vacía.

¿Qué hacía Maradona casi de madrugada, lejos de La Pradera, el centro de salud donde debía permanecer para rehabilitarse de su adicción a la cocaína?

¿Cómo eludió El Pelusa el control de La Pradera?

La secuencia de hace 18 años, atestiguada en el lugar del choque por corresponsales extranjeros, marcó uno de los múltiples incidentes de la estadía de Maradona en la isla.

Procedente del balneario uruguayo Punta del Este, donde entró de urgencia a un sanatorio por hipertensión y arritmia ventricular, El Pibe arribó a Cuba con rastros de cocaína.

Tras las primeras semanas en Cuba, Maradona mostró su desobediencia con pleitos con periodistas o líos con vigilantes de La Pradera por estrellar su carro en las vallas de seguridad.

Protegido por un séquito de guardaespaldas, Maradona bajó de un auto en la calle 70 en La Habana, entre las avenidas Quinta y Tercera, y caminó desafiante a la parte trasera para enfrentar a un convoy de periodistas, extranjeros y cubanos. Dentro de sus autos, los corresponsales observaron al Pelusacuando se aproximó al coche en la cabeza de la caravana y, sin mediar preguntas, golpeó y destrozó la ventanilla del conductor.

Al unísono, los reporteros reclamaron a un hombre atado a su amistad con Castro para hacer y deshacer. Molesto, el camarógrafo acusó a Maradona en una estación policial. Pero una llamada de disculpas que le hizo El Pibe selló la paz.

La amistad se consolidó en El Cotorro, cuando el periodista argentino desapareció una botella de whisky de una camioneta, mientras que al ex futbolista lo extraían de un carro chocado.

bft

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