LEÓN.— Bastó que se escuchara el silbatazo del árbitro Fernando Guerrero para que Rafael Márquez buscara a ese chico que le provoca tanto orgullo.

Compartir la cancha con astros como Ronaldinho y Lionel Messi educó la pupila del capitán esmeralda, quien rindió un breve, mas emotivo tributo al niño consentido de la afición leonesa.

El campeón del futbol mexicano resolvió tranquilamente su presentación como local en el Clausura 2014 (3-1). Trámite cumplido gracias a la inventiva y técnica individual de Carlos Peña, ese todo terreno que por fin hace honor al pesado sobrenombre que lleva a causa de su larga cabellera Gullit.

Príncipe guanajuatense capaz de hacer añicos las esperanzas del rival en menos de 120 segundos.

Gustavo Matosas aún no visitaba la zona técnica cuando Peña lo hizo saltar de emoción con la primera de sus dos definiciones tan bellas como distintas.

Anotación digna de museo (2’). Facundo Erpen y Leandro Cufré se desplomaron, mientras las tribunas del estadio León parecieron unírseles, dada la explosión generada por el gesto de un hombre que aprendió a jugar sin miedo. Sutil toque. Mortal.

Tomás Boy resopló en esa jaula disfrazada de palco. El director técnico del Atlas pagó con bilis el precio de los interminables numeritos que suele protagonizar a un costado de la banca, sin importar quién sea el adversario o silbante.

Difícil noche para un conjunto que no termina de despegar. Aún con nuevo propietario (Televisión Azteca), La Furia demuestra que lo suyo es el masoquismo.

El Atlante sigue hundido en el sótano de la tabla porcentual, mas los Rojinegros se esmeran en ofrecerle una salida de emergencia.

La llegada de Federico Vilar no ha otorgado la solidez que se esperaba. Fue sorprendido por la vaselina de Peña en los albores de la batalla, pero no tuvo excusa durante el veloz contragolpe que aniquiló a los visitantes.

Erpen, Cufré y Óscar Razo padecieron los estragos de su lentitud y falta de coordinación con el burdo intento de jugar al offside. Luis Montes lanzó al Gullit, acompañado de Matías Britos y Mauro Boselli, quienes desempeñaron roles de simples escuderos.

Hicieron lo suyo al desmarcarse, mas el gigante de la larga cabellera sacó jugo a la tibia salida del meta rojinegro. Definición sencilla y vistosa (36’). Juego terminado.

El resto, incluido el golazo del Chapo (76’), fue mera exhibición para un pueblo con genuinos sueños de bicampeonato.

Por ahora cifrados en uno de los hombres que Miguel Herrera contempla para Brasil 2014. Le sobran arrojo y magia, con las que deslumbra hasta al Káiser de Michoacán.

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