Cada que nace un niño brasileño con talento en los pies, de inmediato, es señalado como el sucesor de Pelé. “La próxima promesa del balompié brasileño”, “el nuevo fenómeno del país”, “la futura leyenda de la seleção”. Pero hubo un moleque que sí hizo buenos los pronósticos. Ronaldo, O fenómeno, si marcó un nuevo referente en el balompié mundial.

Nadie ha metido más goles en un Mundial como el brasileño con sus 15 anotaciones. Presume de ser dos veces campeón del mundo al levantar la Copa FIFA en Estados Unidos 1994 y en Corea Japón 2002. Sólo está por detrás de O Rei como el máximo anotador de todos los tiempos con la selección de Brasil. Incluso, ha renacido hasta en dos ocasiones en la cancha de futbol.

El delantero carioca llamó la atención desde su primera aparición mundialista pese a no jugar ningún minuto. A Estados Unidos llegó con tan sólo 17 años. Ahí compartió entrenamientos con Bebeto y Romario, con los que aprendió el respeto de portal la playera Canarinha y el compromiso de bordarle estrellas a su escudo.

Cuatro años después, ya como jugador del futbol europeo con su paso por el PSV Eindhoven holandés, el Barcelona español y el Inter de Milán italiano, apareció como el máximo referente de Brasil para el mundial de Francia 1998. Una etiqueta que refrendó con cuatro goles y la clasificación a la final.

En el duelo crucial, Ronaldo y su selección cayó ante el equipo local por 3-0. Un partido que fue ensombreció por la polémica de que el carioca sufrió convulsiones horas previas al juego. Incluso, se dice que fue obligado a participar por orden de los patrocinadores.

Al año siguiente del Mundial, jugando por los colores del Inter, sufrió una fuerte lesión en la rodilla derecha. Justo en su regreso a las canchas, seis meses después, se volvió a lastimar la misma rodilla. Esta vez tuvo que para un año completo, por lo que se vaticinó el fin de su prodigiosa carrera.

Así llegó su primera resurrección. Ronaldo jugó sólo diez juegos de la Liga italiana, en donde festejó siete dianas. Esto fue suficiente para ser convocado por Luiz Felipe Scolari para el Mundial de Corea-Japón 2002. El atacante brasileño respondió con su toque perfecto en el área, en donde definió con certeza en ocho ocasiones.

Ante Alemania en la final, O fenómeno se impuso al portero Oliver Kahn dos veces con todo y que el germano sólo había recibido una anotación antes del duelo crucial. Ronaldo, en uno de sus momentos más emblemáticos, levantó por segunda ocasión la Copa Mundial.

Este resurgimiento le valió ser traspasado al Real Madrid en la época de Los Galácticos. Un equipo reforzado con otros superdotados como Zinedine Zidane, Figo y David Beckham. Sus actuaciones con los merengues le valió ser considerado por Carlos Alberto Parreira para Alemania 2006.

Si bien no llegó en su mejor forma, pues se mostraba ya con algunos kilos de más, tuvo la astucia de concretar dos goles a Japón y uno más a Ghana para convertirse en el máximo goleador en la historia de los Mundiales al superar por un gol al alemán Gerd Müller, quien logró 14 en su estadística personal.

Ronaldo tuvo una “segunda muerte” en la cancha al sufrir una fuerte lesión en la otra rodilla, la izquierda. Y cuando parecía que ya estaba todo finiquitada su carrera. Aún sacó algunas rúbricas de su talento más con el Corinthians de Brasil, con quien finalmente colgó los tacos en la temporada 2011.

Ahí inicio la espera de un nuevo heredero de las glorias de Pelé. Una búsqueda que a finales de los años noventa y a principios de este siglo se interrumpió al observar las hazañas de Ronaldo. El Fenómeno de las Copas del Mundo.

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