Luis Fernando Tena y el Cruz Azul no estaban dispuestos a arriesgarse. Era tomar oxígeno como fuera, aunque para lograrlo tuvieran que convertirse en adoradores de la somnolencia. Y así fue. La Máquina le ganó por la mínima diferencia al Puebla en casa gracias a un autogol de Michael Orozco, quien minutos más tarde se fue expulsado, convirtiéndose así en la “figura” de la escuadra celeste.

Primer triunfo del torneo de los Cementeros para llegar a cinco puntos, aunque padecen de narcolepsia, misma que se contagia a sus espectadores. Ni contra 10 elementos rivales fueron capaces de dar una tarde de gritos de gol a su fanaticada. Hicieron válidas las palabras de su ex técnico José Luis Trejo, quien asegura que es más difícil jugar con superioridad numérica.

La chispa cementera se demoró media hora. El estadio Azul parecía que presenciaba más una obra de teatro sin risas, ni dramas, pero encontró la cura al aburrimiento que sufría en su hogar. El partido estaba atascado, pero Mauro Formica encontró la forma de penetrar en el área del Puebla y sacar un centro.

El balón iba angustiosamente buscando rematador. Mariano Pavone no pudo, pero un rival sí. Michael Orozco terminó por empujar la pelota en su propia portería. Ese harakiri camotero despertó a más de uno, que no creía que el gol fuera a llegar pronto. El esférico se fue a las redes. Por fin, La Máquina pitaba en casa, luego de dos duelos de sequía (Pachuca y Veracruz).

Para colmo, en la segunda mitad el propio Orozco se hizo expulsar y con ello bastó para que el Cruz Azul pudiera festejar su primer triunfo del torneo, pero con bastante somnolencia.

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