SAO PAULO.— Han pasado 24 años desde la última vez que Argentina ha disputado una final de Copa del Mundo.

Hoy, como en aquel entonces, la Albiceleste ha recurrido a la instancia de los penaltis. En semifinales logran eliminar al entonces anfitrión Italia, en 1990, bajo el liderazgo del genio Diego Armando Maradona. Ahora es Lionel Messi quien encabeza la tanda y Maxi Rodríguez el encargado de sellar el boleto, a costa de Holanda, verdugo de México.

El 0-0 a lo largo de 120 minutos lleva a naranjas y albicelestes al inevitable desenlace desde los 11 pasos. El problema es que Louis van Gaal quema sus tres cambios y deja a Tim Krul en la banca.

Sí, el espigado guardameta de 1.93 metros de estatura, héroe en la tanda frente a Costa Rica, se tiene que conformar con ver el desenlace desde un costado del campo. Su compañero, Jasper Cillessen, es incapaz de contener los proyectiles argentinos.

Messi, Garay, Agüero y Maxi Rodríguez, todos atinan a las redes holandesas. Vlaar y Sneijder encuentran los guantes del héroe Sergio Romero. El festejo lo encabeza al final, Maxi, verdugo mexicano en Alemania 2006. La Albiceleste está de nuevo en una gran final y se encontrará, otra vez, con Alemania, el mismo rival que la batió en 1990, el mismo al que venció en México 1986.

Será la tercera final en un Mundial para Alemania y Argentina. Esta vez ya no cuenta, entre sus filas, con la “mano de D10S”, pero Messi es su heredero.

La Arena Corinthians atestigua un duelo de muchos candados. Decepcionante 0-0 entre Holanda y Argentina. La presencia de figuras como Robben, Van Persie, Sneijder, por la Naranja Mecánica, o Messi e Higuaín, del lado albiceleste, resulta meramente anecdótica. El empate se firma desde la salida de los equipos al terreno de juego.

Impasable, la Albiceleste liga su tercer partido consecutivo sin tolerar gol. En octavos somete 1-0 a Suiza, repite la dosis a Bélgica, en cuartos de final, y el 0-0 con Holanda se transforma en 2-4 a favor desde los 11 pasos.

Con su plantel estelar desgastado, Van Gaal quema su primer ajuste. Janmaat por el golpeado Martins Indi. Clasie sustituye minutos después a De Jong, también afectado por lesiones. Huntelaar ingresa en la agonía por Van Persie, completamente fundido en los tiempos extras.

La presencia del gigante Krul se diluye y eso abre la puerta a otro héroe, el argentino Romero. Esta vez, la estrategia holandesa ha sido aprendida por Alejandro Sabella, quien descubre sus dotes de ajedrecista. No está dispuesto a exponerse, como lo ha hecho Brasil frente a Alemania, y prefiere los bostezos antes que tolerar los contragolpes de Robben, Van Persie y Sneijder.

En los tiempos extras, el dramatismo persiste. Robben, al minuto 96, escapa por izquierda, ejecuta un túnel y proyecta un centro que corta Mascherano, el mismo que había apagado un intento previo del sobresaliente histrión holandés, cuando tenía a Romero a su merced.

Un par de minutos después, el lejano bombazo de Robben es contenido por el guardameta. Y al 105’, la respuesta argentina la promueve Maxi Rodríguez, en calidad de relevo, quien centra a segundo poste, sólo que Agüero aterriza a destiempo.

Lionel Messi luce disminuido. Es un testigo más de la contienda sin influir positivamente para la causa de su equipo. Aún así, tiene piernas para intentar una última maniobra en el minuto 116, cuando elude a un par de contrarios y deja solitario a Maxi Rodríguez, cuyo remate es deficiente, fácil para Cillessen.

Mas desde los 11 pasos, Messi sacude las redes con gran facilidad y Maxi cierra la cuenta para asegurar el boleto a la gran final. Esta vez, Krul se queda en la banca y Cillessen no está para los penaltis. Sergio Romero es el heredero de Goycochea y Argentina va por la buena ante Alemania.

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