Rafael Nadal y Kevin Anderson disputarán mañana el título del Abierto de Estados Unidos, último Grand Slam de la temporada.

El español venció a Juan Martín del Potro en cuatro sets (4-6, 6-0, 6-3 y 6-2), mientras que Anderson derrotó al ibérico Pablo Carreño Busta por 4-6, 7-5, 6-3 y 6-4.

El número uno del mundo inició flojo su cotejo ante el argentino y cedió el primer parcial. Sin embargo, pronto encontró su ritmo y terminó por frenar el paso arrollador de la Torre de Tandil.

Nadal, quien llegó a 52 victorias en el US Open, disputará su tercera final de Grand Slam en el año, mientras que su rival debutará en dicha instancia.

“Esta victoria significa mucho para mí, porque tuve la capacidad de cambiar la táctica de juego cuando fue necesario. Cometí pocos errores y lo que sigue es concentrarme en el partido del domingo, porque mi rival está jugando a un nivel tremendo; voy por el último esfuerzo”, dijo Nadal, quien venció por novena ocasión a Juan Martín, en 14 enfrentamientos.

Anderson, primer sudafricano en la final del US Open en 52 años, reconoció que se enfrenta a un partido “muy difícil”.

“Tendré que ser muy inteligente si quiero una oportunidad, trataré de mostrar todo mi potencial”, dijo.

Nadal y Anderson se han enfrentado en cuatro ocasiones; en todas ellas el español se ha llevado la victoria.

La última vez que se encontraron fue a mediados de año, en Barcelona, cuando Rafa despachó al sudafricano en dos sets.

Hoy, la final femenil. Las estadounidenses Madison Keys y Sloane Stephens se citan hoy en la final, en una definición que coronará a una inédita campeona de Grand Slam y que estará marcada por el sacrificio y el dolor por el que pasaron las dos amigas.

Hace ocho meses, Keys y Ste-phens miraron el Abierto de Australia por televisión. Una operación de muñeca se encargó de frenar el avance de Keys, después de llegar por primera vez al top ten y disputar el Masters de Singapur.

“La temporada anterior fue increíble, tuve muchísimo dolor. Llegué a llorar tras acabar un partido en Beijing”, explicó Keys.

Más grave aún fue la pesadilla que vivió Stephens, casi un año parada para recuperar un tobillo operado, que recién le permitió comenzar a caminar hace cinco meses y que la retrasó más de 900 puestos en el ranking. “No sabía si iba a ser capaz de correr por cada pelota, no sabía si mi potencia y mi timming todavía iban a estar allí”, remarcó la tenista, que llegó a ser 11 del mundo, en 2013.

Los tiempos cambiaron y los dolores quedaron atrás. Hoy sólo pensarán en levantar el primer título grande de sus carreras en Flushing Meadows.

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