Hay deportes que no sólo exigen destreza, sino inventiva y capacidad de improvisación. Improvisar es hacer algo de repente, sin preparación previa. Se trata de una cualidad que demanda ingenio e imaginación, sobre todo cuando se aplica en situaciones críticas. “En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”, decía el científico Albert Einstein (1879- 1955) premio Nobel de física.

En los deportes de exhibición, sobre todo los de alto rendimiento, rara vez ocurre lo planeado, por el contrario, generalmente acontece lo que nadie espera, por tanto, hay que improvisar. En muchas ocasiones se debe enfrentar problemas repentinos y resolverlos sobre la marcha. Aunque parezca natural e inesperada, la improvisación suele estar sujeta a ciertas habilidades y más que nada a la experiencia. Un apotegma árabe dice que la madre de la improvisación es la necesidad, pero cuando el virtuosismo deportivo se convierte en arte, improvisar es algo natural y cotidiano.

Pese a que la práctica deportiva está reglamentada y deja poco margen a la improvisación, ésta siempre es requerida. Es el caso de los deportes de combate, del excursionismo, del beisbol, la gimnasia artística, el hockey sobre hielo, el baloncesto, el tenis, los clavados, la esgrima, etcétera, que suelen presentar situaciones imprevistas y no pocas veces desconcertantes. Según la Enciclopedia Mundial del Deporte, “Los estudios han demostrado que el futbol se presta mejor a los ejercicios de la improvisación. Durante el juego, el futbolista en posesión de la pelota, es dueño de decidir el uso que va a hacer de ella. Su libertad de improvisación se ejerce, ciertamente, en el interior de gestos técnicos y de combinaciones tácticas repetidas en el entrenamiento, al punto de convertirse en automatismos… La imaginación en deporte como en cualquier actividad, consiste en concebir y realizar, simultánea e instantáneamente, una acción desconcertante.” Es más, el poeta español Gustavo Adolfo Bécquer (1836- 1870) dijo: “La imaginación de los muchachos es el corcel, y la curiosidad, la espuela que lo aguijonea y lo arrastra a través de los anhelos más imposibles”.

La capacidad de improvisación suele agregar emoción a los grandes espectáculos, por lo que exige creatividad e inventiva, aunque siempre sujeta al reglamento. Esto requiere intuición y talento, sin embargo, es innegable que también son indispensables ciertos conocimientos y experiencia. Así, un futbolista necesita mucho dominio del balón y preparación técnica para poder realizar una buena finta o repentizar una chilena. Por eso el escritor inglés William Shakespeare (1564- 1616) decía: “Las improvisaciones son mejores cuando se las prepara”.

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