Poco a poco, la estrella de Javier Hernández comenzó a diluirse. Su ángel y carisma palidecieron, a la par de sus grandes actuaciones con el Manchester United. Hoy, El Chichcharito es un ídolo cuestionado.

La afición dejó de reclamarlo como el titular indiscutible en el Tri. Los niños dejaron de lucir con el máxima orgullo la camiseta verde con el clásico 14 en la espalda.

Tampoco Miguel Herrera, el seleccionador mexicano, lo tiene encumbrado como a Oribe Peralta. “El Cepillo y Márquez son los únicos seguros”, dijo en una conferencia de prensa El Piojo.

Hernández acepta que, hoy por hoy, tiene que ganarse un puesto para jugar en Brasil 2014.

“No, nunca en mi vida me he sentido titular, ni con nada seguro, ni cuando estuve en Chivas, ni cuando estuve en la Selección en otros años, ni con el Manchester....”, asume el delantero.

La vida le cambió en unos años al ariete mexicano. Surgido en Chivas, su carrera se elevó en apenas unos meses hasta encontrar cabida en uno de los clubes más importantes del mundo.

Debutó en el Guadalajara en el Apertura 2006, por una oportunidad que le dio José Manuel de la Torre. Comió banca varios años hasta que en el Apertura 2009 vino su explosión en el futbol mexicano.

Se convirtió en el campeón de goleo un certamen más tarde, justo cuando la bomba explotó: el Manchester United lo fichó por cerca de 10 millones de dólares. Una operación discreta y sorpresiva que puso al Chicharito en la élite del balompié internacional.

Pero antes de irse con el coloso inglés, tenía la misión de jugar con México en Sudáfrica 2010. Parecía obligada su titularidad; Javier Aguirre pensó lo contrario.

Fue confinado a la banca por El Vasco, quien prefirió darle la oportunidad a Guillermo Franco en el eje del ataque. Hernández, cuando ingresó de cambio, resultó y le hizo gol a Francia (para emular lo logrado por su abuelo, Tomás Balcázar) y a Argentina en octavos de final.

Esas conquistas provocaron señalamientos sobre Aguirre. Prensa y afición preguntaron las razones por las que El Chicharito no jugó más minutos.

Brasil 2014, entonces lejano, lucía como el indicado por que el joven delantero lo dinamitara. Situación que hoy es puesta en duda.

Luego de dos primeros años de gloria con el United, hasta para ser subcampeón de la Champions League, con el Tricolor deslumbró hasta convertirse en el tercer máximo goleador del equipo nacional.

Sin embargo, el panorama de Hernández se oscureció. Comenzó a perder confianza y el último entrenador de los Red Devils, David Moyes, lo sentó.

Hecho que repercutió en la eficacia del jalisicense. Aquella contundencia que incluyó goles a lo Enrique Borja, con la cara, la nunca, y algunos con base en tropezones comenzaron a escasear.

En la Selección Nacional, lo mismo. Falló para ser el referente ofensivo en la eliminatoria mundialista. Fue factor para que México tuviera que alcanzar el boleto a Brasil por la vía del repechaje.

Ante esa debacle personal, el brillo de Oribe Peralta lo ha confinado a pelear por un puesto como titular en el Tri.

“ Somos 23 y solamente van a jugar 11. Lo importante es que es bastante sano (pelear por la titularidad) y eso le ayuda muchísimo al grupo”, explica Chicharito, consciente de que en la Copa del Mundo no es serguro que tenga actividad.

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