Cuando un jugador extranjero se naturaliza en nuestro país, las exigencias por costumbre son mayores. Y es que, en una sociedad tan conservadora, en lo que a futbol se refiere, el que un extranjero ocupe el lugar de un connacional, muchas veces es visto con morbo y el implicado carga con mucha más presión que la normal.

Gabriel Caballero llegó a México en 1996, volviéndose uno de los futbolistas más constantes de finales de los 90 y principios de 2000. Campeón con Santos y Pachuca, se naturalizó mexicano y jugó con el Tri el Mundial de Corea y Japón.

—¿Se te exigió más en la Selección por ser naturalizado?, se le pregunta al ex técnico del Pachuca.

“Pues no debería ser así”, responde a quien llamaban en los Tuzos El Eterno. “Ya sean nacidos en México o naturalizados, el futbol es un juego de conjunto y todos están para aportar, no importa de dónde vengan, lo que importa es que representes con dignidad la camiseta de la Selección, como creo lo hice yo”.

Al final, “todos somos mexicanos. Cuando alguien va a la Selección, lo llaman por lo que puedes dar a tu equipo. El director técnico te va a pedir que hagas lo mismo para el beneficio de todos, porque allí están los mejores. No se te trata mejor o peor por ser naturalizado, nunca lo sentí así”, finalizó.

Caballero ganó 10 títulos en el futbol mexicano, nueve con los Tuzos y uno con el Santos Laguna, además de obtener un campeonato de goleo con los laguneros en el Torneo Verano 1997.

En la Selección Nacional debutó el 13 de marzo de 2002, y en la Copa del Mundo asiática tuvo parte en tres juegos: contra Croacia, Ecuador e Italia, todos de la primera fase de la competencia. Con el Tri, sólo jugó nueve partidos.

Google News

TEMAS RELACIONADOS