Salvador de Bahía.— La ira acompañó la soledad de Raúl Gutiérrez en el área técnica. Dio un salto de coraje cuando vio que Matthias Ginter atinó a meter un frentazo sólido que dejó estático a Alfredo Talavera (77’). Fue el 2-2 final, marcador de la frustración mexicana a un equipo que, sin embargo, promete.

El “Potro” estuvo incrédulo. Vociferó hacia la cancha y reclamó la ausencia de marcación ante la torre teutona, que ya estaba en la celebración del gol. Los jugadores del Tri Olímpico se voltearon a ver. Estaban extrañados, porque la pelota parada los sorprendió y fue letal. El comienzo de la defensa del metal dorado acabó en un punto que sabe a poco.

En ventaja dos veces, con el mismo desperdicio. México se sintió vencedor cuando Rodolfo Pizarro había hecho la segunda anotación, luego de un remate de Marco Bueno al travesaño. El volante del Pachuca apenas punteó para poner el 2-1 parcial (61’).

El duelo había sido con dominio alterno. En el arranque tuvo el Tricolor la pelota. Luego pasó a los pies alemanes, pero no se pudieron hacer daño, máxime porque Hirving Lozano no encontró la forma de definir un remate franco.

En la segunda mitad apareció el hombre de siempre. Pudieron haber pasado cuatro años, pero Oribe Peralta nunca olvidó el heroísmo olímpico. En Londres 2012 fue el encargado de darle la medalla de oro a México con dos goles a Brasil en la final. En Río también quiere ponerse esa estampa y puso al Tri en ventaja en el marcador. Un centro de Michael Pérez encontró la frente del “Cepillo”, quien tuvo que hacer una contorsión en el aire para dar colocación al balón.

Con angustia, Julian Brandt intentó despejar la pelota, pero su brinco fue imposible. México encontró la euforia, gracia a su capitán (51’). El delantero nacional corrió a abrazarse con Gutiérrez y el resto de los jóvenes. Gritó el tanto como si fuera su primero en la máxima justa de la humanidad. Sin embargo, el quinto le supo tan delicioso como los otros cuatro. Se convirtió en el primer mexicano en marcar en dos Juegos Olímpicos.

La felicidad nubló al Tri. Más que la comodidad, encontró la forma de relajarse. Pecado mortal ante uno de los conjuntos que, sin importar la edad, nunca claudica. Los teutones encontraron la manera de igualar con una definición certera de Serge Gnabry, pese al achique de Talavera (57’).

Golpe directo a la confianza de México. En la cancha, la “Mannschaft” halló el control del partido. El “Potro” manoteó desesperado para tratar de serenar a sus jugadores, quienes se voltearon a ver en busca de soluciones.

Pero la pegada nacional parecía suficiente con el gol de Pizarro. El técnico mexicano sacó a Oribe, el gran referente tricolor (73’) y el equipo perdió la pelea, entrega y liderazgo que ejerce.

El ingreso de Érick Torres terminó por dejar al vigente campeón olímpico sin el punch suficiente para incrementar la ventaja. Lozano volvió a fallar una opción clara, cuando el remate de primera intención estaba cantado. Fue el preludio del dolor.

México estaba bien asentado en el terreno de juego. Los contragolpes eran constantes. Mas la mentalidad alemana encontró premio con el cabezazo de Ginter. Igualó el partido, frustró al Tri. El punto es esperanzador para luego buscar ganar a Fiji y a Corea del Sur, en los próximos duelos.

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