FORTALEZA.— Los dos centrales tuvieron que aparecer para mantener la fiesta en la galera. Primero fue la oportuna colocación de Thiago Silva en un tiro de esquina y luego un soberbio tiro de castigo de David Luiz para imponerse a una dura selección colombiana por 2-1, que prometía acabar con la alegría del carnaval mundialista.

El carro alegórico adornado por Luiz Felipe Scolari sigue su camino a Río de Janeiro. Una pasarela por llegar hasta el hexacampeonato deseado y el anhelo de poder enterrar para siempre el recuerdo del Maracanazo de hace 64 años, cuando perdieron el último partido de aquella justa de 1950 ante Uruguay.

Antes de seguir la batucada, Alemania aguarda como el rival de semifinales. Una afrenta pactada para el próximo martes.

Ayer Brasil hizo lo suficiente para imponerse a la mejor Colombia en la historia de los Mundiales. Pero en esta dura escala, sufrió la dolorosa baja de su estrella Neymar, que salió del campo en medio de lágrimas con una vértebra lumbar fracturada después de recibir un rodillazo.

Así también, para el duelo ante los germanos no contarán con su capitán Silva por recibir su segunda amonestación en el torneo.

Ayer, la Seleção se fue arriba a los siete minutos con un gol de Thiago Silva, quien con la rodilla izquierda y cadera metió al arco una pelota que se paseó por todo el área tras un tiro de esquina cobrado por Neymar. Ningún defensor colombiano rechazó y, con la pelota en lo profundo de las redes cafeteras, los espectadores que llenaron el estadio Castelao de Fortaleza hicieron sentir su alegría con cánticos festivos.

Colombia quiso terminar el carnaval poco después con un disparo de Juan Guillermo Cuadrado que pasó a pocos centímetros del arco custodiado por Julio César, pero en el resto de la primera parte a los cafeteros les costó hilvanar jugadas.

El Castelao volvió a explotar en júbilo con un gol de tiro libre de David Luiz, al 69’, que con un potente derechazo dejó sin posibilidades al portero David Ospina.

El descuento cafetero llegó a los 78 minutos con un tiro penal bien cobrado por James Rodríguez, quien sumó su sexto tanto en el Mundial, tras una falta de Julio César sobre Carlos Bacca.

Esta vez los colombianos no se sintieron locales, como ocurrió en los tres partidos de la fase de grupos y en el de octavos de final contra Uruguay, pues solamente ingresaron al inmueble de Fortaleza cerca de tres mil aficionados.

Las demás butacas fueron verdeamarelas. Un mosaico festivo que cantó efusivo el “Eu sou brasileeeiro, com muito orgulho, com muito amor (Yo soy brasileño, con mucho orgullo, con mucho amor)”.

La alegría se desbordaba en las calles aledañas al estadio hasta que se esparció la noticia de la fractura de Neymar. Hubo una pausa a los cánticos. Pasado el trago amargo por la sorpresa generada, aparecieron de nuevo las sonrisas. Y es que la confianza entre aficionados y jugadores va creciendo de que esta versión del Mundial en casa será las que les otorgue su sexta corona, pesa a que no contarán más con Neymar.

A ritmo de cuicas y percusiones futboleras, Brasil el Castelao sigue su fiesta, aunque ayer su celebración no pudo ser completa.

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