Especial para EL UNIVERSAL

Cuando Óscar Tabárez asumió en 2006 su segundo ciclo al frente de la selección uruguaya dijo tajantemente que sus equipos jugarían con un esquema fijo: el tradicional 4-3-3.

Sin embargo, un duro revés sufrido en su debut en la Copa América de Venezuela 2007 (0-3 ante Perú) determinó que sus ideas tácticas se volvieran flexibles. Uruguay no es un equipo que haga culto de la tenencia del balón. No tiene la capacidad para manejar la pelota ni de realizar un juego de posesión atacando masivamente o robándole el balón a sus rivales.

Sin embargo tiene otras fortalezas. Es duro en defensa y en la marca en la zona media y es letal en los contragolpes, ya que sus principales figuras juegan en ofensiva, donde su estilo vertical y punzante lo hacen peligroso para cualquier escuadra, sobre todo por las bandas, ya que el equipo desechó el uso de la figura del enganche tras el debut mundialista en Sudáfrica 2010, luego de enfrentar a Francia (0-0).

Tabárez suele armar sus equipos con base en las fortalezas del rival, de modo tal de debilitarlas para después plasmar en el campo el potencial de su equipo.

Es estimable que en el Mundial juegue 4-4-2. En la última eliminatoria este esquema fue el que más se repitió, aunque Tabárez también ha sabido variarlo con tres defensores.

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