Neymar utiliza peinados estrafalarios, la ropa de moda típica de los reguetoneros y aparece en comerciales de ropa, refrescos y frituras alrededor del mundo. Todo un showman brasileño, que carga en sus botines la obligación de llevar al hexacampeonato a la Canarinha en la Copa del Mundo de la cual es sede.

Una responsabilidad que le llega al astro del Barcelona de España, cuando apenas tiene 22 años.

Los ojos de más de 200 millones de personas en Brasil están sobre Neymar. Su afición espera que de los botines del heredero de la camiseta 10 de la Verdeamarela —que alguna vez portó Pelé, Rivaldo o Ronaldinho— surja el gran héroe de esta Copa del Mundo.

Hasta el momento, el habilidoso atacante ha cumplido con las expectativas. Pero no es suficiente con haber guiado a la Canarinha hasta los cuartos de final. Su pueblo le pide más.

Hoy no importan los cuatro goles que lleva hasta el momento en la justa mundialista, ni que haya recorrido más de 10 kilómetros en promedio con labores de sacrificio, que ha aprendido a ejecutar.

Tampoco resulta satisfactorio que el ex futbolista del Santos haya hecho anotaciones clave ante Croacia y Camerún, que evitaron una sorpresa temprana, o que todo el ataque de su selección recaiga en lo que puedan hacer sus pies.

Necesita que este día, a las 15:00 horas tiempo del centro de México, haga rodar el balón en el estadio Castelao de Fortaleza hasta que llegue a las redes colombianas para evitar la frustración en su país y una de las peores tragedias en la historia del balompié brasileño.

Margen de error, Neymar no tiene. La crítica lo espera para ser demolido en caso de un fracaso, que por lo visto en el equipo brasileño en su Mundial, luce como un hecho probable.

Ese chico nacido en Mogi das Cruzes, Sao Paolo, y que creció en la calle antigua Rua B haciendo regates impensados se convirtió rápidamente en una sensación en su país por ser un heredero de la alegría del futebol de su nación.

Fue campeón de la Libertadores con el Santos y fichó por el Barça, aunque no exento de estar en el ojo del huracán por polémicas en su traspaso.

Con su selección ha tenido claroscuros. Fracasó en la búsqueda de la medalla de oro en Londres 2012, en el que Brasil cayó con México en la final, pero fue el pilar en la conquista de la Copa Confederaciones 2013, al destrozar a España.

Esta tarde, Neymar Jr. tiene una cita con la historia. O lleva a la Verdeamarela a semifinales de la Copa del Mundo, como es su obligación, o quedará marcado como un ídolo fracasado en su casa.

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La timidez acompaña a su talento. James Rodríguez tiene 22 años, pero no es un chico acostumbrado a los reflectores y el asedio de los medios en el mundo.

Es un muchacho humilde. No es de muchas palabras, de grandes discursos o de declaraciones incendiarias. Prefirió la cancha para hablar y dejar en claro sus cualidades futbolísticas.

“Siempre ha sido una persona pasmada, muy callada, muy responsable con lo que dice y muy humilde. Sabes que la humildad es clave cuando se quiere llegar muy lejos”, describe el periodista deportivo del diario colombiano Marca, Camilo González.

“Tuve la posibilidad de conocerlo. De hecho, en Mónaco tiene un profesor de expresión oral que lo prepara para atender a los medios, pero esa parte del lenguaje verbal, cuando entra a la cancha, sus pies hablan por él, porque tiene carácter, personalidad. Es como dos en uno”, señala el comunicador.

James está convertido en la sensación del Mundial de Brasil. A sus 22 años, los grandes clubes del mundo —como el Real Madrid— han puesto sus intenciones de fichaje en su persona.

Tiene cinco anotaciones en lo que va de la justa. Es un mediocampista oportuno y con clase en los pies.

La FIFA le dio a sus cuatro actuaciones previas un promedio de 9.74 de calificación. Un chavo que está encumbrado y que no le han asustado a quienes ha enfrentado en la Copa del Mundo.

Para el pueblo colombiano, Rodríguez ha sido su referente desde que era un adolescente. Sus pasos por el Envigado de su país, el Banfield argentino, el Porto luso y el Mónaco francés alimentaron las esperanzas en que él era el crack que buscaban, luego de la vacante que dejó hace años Carlos 'El Pibe' Valderrama.

“Le ha devuelto la esperanza a un país que tenía 16 años sin poder asistir a una Copa del Mundo y que nos hacía falta la alegría del futbol. Sí, tenemos en él un héroe y es el jugador más importante para nosotros”, resalta Camilo González.

Esta tarde, en Fortaleza, James camina hacia su graduación futbolística. Colombia, por primera vez en el Mundial se sentirá visitante por enfrentar al anfitrión y favorito Brasil.

El fenómeno colombiano tiene ante sí, la oportunidad de opacar a Neymar y guiar a la escuadra cafetera a incrementar la gloria en Mundiales.

Su oportunidad es de oro. Con un golazo, regate o un pase magistral puede dejar en claro que, más que una estrella inesperada en Brasil 2014, es capaz de ser una realidad que sumerja en la depresión al pueblo de la Verdemarela.

Al mismo tiempo acabaría de enamorar al universo del futbol.

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