CHICAGO.— Esta vez, Miguel Herrera no increpó al árbitro. Lo que quería era salir de la cancha.

No era para menos. El Piojo conoció al amargo sabor de la derrota como entrenador nacional… A nueve días de presentarse en la XX Copa del Mundo. El ensayo ante un rival de verdadero peso culminó en fracaso anímico y táctico.

Golpe de realidad para un Tricolor desnudado por la talentosa, potente y creativa selección de Bosnia-Herzegovina, supuesto símil de Croacia, rival de México en el Grupo A.

Es por eso que el carismático estratega intentó todo, desde cambios de hombres hasta modificaciones en el parado táctico. Nada funcionó. Mucho esfuerzo y poca imaginación, demasiado sencillo para un rival que tuvo en el orden defensivo y el entendimiento a sus principales armas.

Una buena jugada colectiva le bastó para exprimir miles de corazones en pocos segundos. Para cuando Alfredo Talavera solicitó a Héctor Moreno y Miguel Ponce atención en la marca, Izet Hajrovic ya había contactado el balón que le sirvió Sejad Salihovic. Distracciones defensivas y picardía. Combinación letal para la Selección Mexicana, cuyo futbol fue poco vistoso.

Mientras los balcánicos celebraban la anotación (40’), El Piojo terminaba de descargar la furia contenida desde que se entonaron los himnos nacionales, cuando se enteró que el adversario realizaría tres ajustes en su alineación, incluidos Salihovic y Edin Dzeko, delantero estrella del Manchester City, que desquició a Moreno, Diego Reyes, Salcido y Francisco Javier Rodríguez.

Porque dio lo mismo quiénes estuvieran sobre el campo. Todos fueron sometidos por el físico estilo bosnio. Innumerables cambios y cero resultados.

Ironías del balompié. Justo cuando los mexicanos lucían más seguros, se presentó aquella jugada en la que resaltaron las carencias futbolísticas y de concentración que tiene la zaga.

Para entonces, el Tricolor ya jugaba con cuatro zagueros. Salcido fue adelantado con el fin de apoyar a José Juan Vázquez en la trinchera. Sí, El Piojo traicionó su principios en pos de mejorar. Pero no resultó.

Sin Rafael Márquez, Miguel Layún asumió el rol de plataforma de lanzamiento. Su mejor servicio fue elegantemente bajado por Javier Hernández, quien cimbró el poste derecho de la portería bosnia.

Cerca del ocaso, un grupo de aficionados bosnios fue agredido por cientos de mexicanos cerca de uno de los túneles de salida. Segundos caóticos, finalizados por la intervención de la policía en el Soldier Field.

El espectáculo ya no estaba en la cancha. La plástica atajada de Begovic, a remate de Francisco Javier Rodríguez, fue el único sobresalto durante los minutos finales, esos en los que Herrera deambuló por su zona técnica. Gritó, como casi siempre, aunque más por costumbre que con el objetivo de sacudir al equipo.

La racha de imbatibilidad de Miguel Herrera al frente de la Selección Nacional terminó en el noveno cotejo (seis victorias y dos empates). Detalle menor. Por eso, El Piojo salió encolerizado, ensimismado, apresurado.

El viernes, el Tri enfrentará a Portugal y luego viajará a Brasil. Más vale que lo de anoche haya sido sólo un susto.

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