Fue como si el tiempo no hubiera pasado. La sonrisa de Cuauhtémoc Blanco era la misma, sus ganas de entrenar como americanista se mantenían intactas, pese a que hace casi nueve años dejó de ser azulcrema.

El ‘Temo’ físicamente aparenta los 43 años que tiene. Se le notan arrugas en el rostro y el cabello poco a poco se le ha caído, pero su ímpetu demuestra lo opuesto. Es como un chico de la cantera emplumada, que busca mostrarse ante los ojos del entrenador.

Ricardo Peláez apareció antes de que los balones comenzaran a rodar. Reunió al plantel para darle la bienvenida al símbolo de Coapa y después, los jugadores y cuerpo técnico le brindaron aplausos.

Quién lo dijera. Hace dos semanas, el presidente deportivo de las Águilas y Blanco eran “enemigos” con pocas probabilidades de reconciliación. Las acusaciones del segundo siempre sentenciaban que el primero era el artífice que impedía un homenaje al ‘Cuauh’ como el que vivirá mañana en el Estadio Azteca ante Morelia. Ayer, las rencillas desaparecieron, brevemente.

Blanco olvidó cualquier conflicto con la directiva amarilla. También dejó a un lado que es el actual alcalde en funciones de Cuernavaca. Sólo las patrullas militares que lo escoltaron hasta el Nido —y a todos los lugares a donde va— recordaron que su actualidad es la de fungir como un servidor público.

Se puso los zapatos de futbol y saltó a la cancha de prácticas como cualquier otro. Las cámaras de televisión y fotográficas no perdieron detalle de lo que hacía. Así se tratara de un trote, valía la pena captarlo, pues sólo por una vez más, Blanco será un futboilista profesional.

“Es padre regresar y muy bonito recordar los viejos tiempos”, reconoció el ‘Temo’. “Obvio no están mis cuates de antes, ahora hay gente nueva, pero bien comprometida con lo que es el equipo”.

Una vez vestido con ropa de entrenamiento, Cuauhtémoc tocó el balón como sólo el sabe. Su habilidad mental suele superar a lo que su veteranía le permite. Taquitos, pases sin ver de primera intención y de espaldas. Sus compañeros lo veían atentamente. Oribe Peralta era el máximo receptor de sus consejos. El ‘Cepillo’ escuchaba atento al legendario azulcrema.

El entrenamiento terminó. Algunos niños que presenciaron la práctica se acercaron. El ‘Temo’ en todo momento estaba bajo resguardo de seguridad. Se confundía su etiqueta de futbolista con la de un ser inalcanzable. Los militares que acompañaban al edil merodeaban el Nido con sus armas largas, listas para ser usadas y su mirada vigilante.

Cuando Blanco determinó irse de las instalaciones americanistas, afuera había otro “ejército”. Eran sus fans, esperanzados en conseguir una firma, una foto o una selfie de quien consideran una leyenda del conjunto americanista.

Y ‘Cuauh’ no los defraudó. Bajó el cristal de su camioneta blanca que manejaba un chofer. Cumplió con la promesa de complacer a los aficionados que pacientemente aguardaron su salida por cuatro horas.

“’Temo, ‘Temo’”, gritaron unos jóvenes ansiosos por poder tener el recuerdo del veterano jugador. “Acá, acá, por favor, aquí está mi camiseta, fírmala”, solicitó otro que hizo hasta lo imposible porque su muñeca alcanzara la humanidad de su ídolo.

“Yo nunca me echo a correr, porque estoy agradecido con toda la afición, por el gran cariño que me tiene. Siento que me lo gané por méritos, por trabajar, luchar y defender mi juego”, describió Blanco.

Llegó a tal grado la disposición del jugador americanista, que hasta se bajó de su vehículo y comenzó a dejarse fotografiar con su público.

Los curiosos que pasaban por la zona se acercaron y crearon un tumulto a las afueras del Club América, algo que puso nerviosos a sus acompañantes, quienes temían que el evento se saliera de control.

No pasó a mayores. Los ‘Cuauhtemistas’ se fueron satisfechos por tener una rúbrica del hombre que se despedirá mañana del futbol.

La promesa que hizo Cuauhtémoc es la de retirarse como siempre quiso: con la playera del América y en un partido oficial. Dice sentirse feliz ante tal acontecimiento. Ayer se presentó en Coapa para preparase como un chamaco más que quiere ser leyenda.

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