PUEBLA.— El estadio Cuauhtémoc está cerca. La descripción no puede tardar mucho, ni extenderse. Por eso, el taxista Raymundo Méndez es breve y va al grano: “A Cuauhtémoc [Blanco] ya se le nota la edad: está gordo y ni corre”.

Pero no todo son señalamientos a los “padecimientos” dignos de un hombre de 41 años que defiende los colores de La Franja y se resiste al retiro del balompié profesional. “Eso sí, ya quisieran muchos a los 25 años jugar como él, tener su toque de bola; se nota que es uno de los mejores futbolistas que ha tenido México”, concluye el chafirete.

Puebla tiene un duelo especial. Más por el morbo que por la realidad futbolística de los Camoteros y el América. La duda es si El Temo será capaz de herir al equipo de sus amores y en el que durante muchos años se le ha negado la oportunidad de retirarse como es su deseo.

Las camisetas se mezclan en el coso camotero. Las amarillas son mayoría y algunas tienen el atrevimiento de portar el 10 de Blanco en la espalda. Su héroe de otros tiempos se pudo haber ido, pero la nostalgia en el americanismo promete ser eterna hacia la ausencia del atacante.

Atrás queda si las Águilas llegan con marca perfecta, el hecho de que Oribe Peralta no haya anotado como americanista o si el Puebla acude al compromiso con su portería imbatida. Ambos acudieron a su cita invictos, no obstante, es lo de menos.

Lo que importa en la Angelópolis es si Cuauhtémoc hace sus típicas Cuauhtemiñas, le hace un túnel a algún jugador azulcrema o, mejor aún para la fanaticada, es capaz de marcar un gol.

Si anota, podría considerarse como una venganza contra la directiva de Coapa. Un festejo del encorvado veterano enfrente del palco de Ricardo Peláez y Yon de Luisa sería el colofón que más de uno desearía para saciar los anhelos malsanos.

Así, la presencia de Blanco ante sus ex representa una promesa de alaridos. Y como El Temo es un éxito comercial también, a los fans poblanos les costó ingresar al estadio entre 160 pesos y 580 pesos.

Una vez adentro del coso, hay que ver si Rubén Omar Romano, técnico de los Camoteros le da minutos a El Cuau. Ante Veracruz le dio media hora. Se supone que ante América le dará más o menos lo mismo, debido a que el fondo físico de un futbolista que debutó el siglo pasado ha decaído. A las reliquias futboleras hay que cuidarlas para que rindan lo más posible.

Haberlo visto calentar con los suplentes no es suficiente para los asistentes al estadio del Puebla. Aunque El Temo se cayó en un “torito” entre los reservas y casi no se movía, de todos modos es aplaudido.

Una vez que los enfranjados van abajo en el marcador. El Cuau salta de la banca a hacer ejercicios. Trae un chaleco naranja, actitud en los movimientos, que claro, resultan menos ágiles que el de sus demás compañeros.

Entra cuando falta media hora de partido y Puebla pierde 0-2.

Poco puede hacer para evitar el 0-4 final. A los 41 años, su marcado sobrepeso y poca movilidad le pasan la factura; pese a ello sigue acaparando las miradas.

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