El futbol sí puede contra la violencia, todo es cuestión de que le echen una manita... y cuando no, que le echen las dos.

El operativo en el Azteca fue efectivo. Las porras suspendidas no se presentaron y en el estadio no hubo incidentes que lamentar.

Aunque sustos hubo.

La gente pasa, las señoras toman a sus hijos, los hombres las abrazan, los policías se repliegan, los comerciantes protegen sus mercancías, aunque sean piratas... ahí vienen las barras.

Sobre la Calzada Acoxpa desfilan, cantan, insultan, beben cerveza, se monean, ven feo a los que van detrás de ellos, no quieren que las cámaras los tomen, hacen de todo.

“Es La Monumental”, dicen.

“No”.

Es la Ritual del Kaoz”, hablan los que dicen que saben.

Nadie sabe sus nombres. No tiene algo que los identifiquen. Sólo las ganas de cantar. Que de Tepito, que de Azcapotzalco, que de Neza, que de todos lados, y es que hay pluralidad en las barras americanistas.

Se colocan en un extremo del estadio, donde nadie los ve, junto a una gran tienda deportiva, y ahí, de diez en diez entran al inmueble.

“¿No que no iban a entrar?”.

Pero no son ni la Ritual, ni La Monu, es la Disturbio, la que se porta bien, la que sí accede, sin problema alguno.

“Queremos cambiar nuestra imagen”, dice El Trompas, uno de los líderes de la barra es el que se detiene a charlar. Es un tipo de casi 40 años, todo tatuado, le gusta aparecer en las cámaras y presumir su cuerpo.

“Nosotros no tenemos broncas con nadie, La Monu, la Ritual, al final todos somos americanistas, no tiene nada que ver lo otro”.

—¿Cómo se llevan con ellas?

—Muy bien, te repito, no hay problemas con nadie... Ya, ya me voy, ya me toca entrar”, dice para después confundirse entre niños, señoras y demás compañeros que lo ocultan.

Aparece el secretario de Seguridad del DF, Jesús Rodríguez Alameda, habla de que el operativo, hasta el momento, ha sido blanco. “Recogimos unos 100 boletos falsos. Y sólo entró la Ritual”, dice equivocado.

—¿Seguro que la Ritual?

—Sí, la Ritual.

Nunca supo que era la Disturbio.

Por el lado de Insurgentes, El Pulga, líder de la Sangre Azul sufre. Los escoltaron desde el estadio Azul al Azteca, pero no, no había boletos para ellos. “Estamos tratando de conseguirlos, pero no nos quieren vender, es orden de la FMF, dicen que somos violentos, pero para nada”.

Ya en el estadio, los huecos se dejan ver. Donde iba la Ritual hay otra porra, con todo y pompones, donde iba La Monu, un espacio vacío.

“A la salida —abunda el secretario— saldrá una barra primero, aún no sabemos cuál, y la otra después. no tener disturbios. Mañana [hoy] tendremos un operativo igual, en CU, más de 3 mil elementos estarán al servicio de la seguridad”.

Inicia el juego y no se nota violencia. Los americanistas distribuidos por todos lados, los azules en la cabecera norte, eso sí, muy ruidosos. No dejan de cantar, pese a que el equipo se le caiga a pedazos a Vázquez.

Por su parte, Miguel Herrera parte plaza, el estadio es de él, su momento; quien en la cancha sí habla, quien en la cancha puede decir lo que sea... aunque sea Marco Rodríguez quien está enfrente.

El saldo es blanco, tan blanco como pintado de amarillo está el Azteca.

El futbol puede vencer a la violencia, cuestión de que le echen una manita.

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