SAO PAULO.— Ángel di María sacó un conejo del sombrero que le ofreció el mago Lionel Messi y Argentina se anexó a los cuartos de final de la Copa del Mundo Brasil 2014.

Un pase pulcro de Messi derivó en el gol de Di María al filo de los 120 minutos de tiempo reglamentario y alargue, que permitió el triunfo de Argentina 1-0 sobre Suiza, cuando el escenario estaba preparado para los penaltis.

“Dimos la vida, sabíamos que todas las eliminatorias están siendo igual”, dijo el extremo del Real Madrid, autor del gol a los 118 minutos. “Todos llegan a tiempo extra. Todos llegan a penaltis”.

Di María definió con un remate cruzado y al poste, después de una sensacional jugada de Messi, quien avanzó con el balón desde tres cuartos de cancha, saltó a un defensor y habilitó a Ángel.

“Sabíamos que iba a pasar esto, que no podíamos perder”, señaló Di María. “Dejamos el alma en la cancha, dimos la vida en cada pelota y nos vamos como vencedores, porque creo que hicimos las cosas muy bien”.

Suiza estuvo a punto de igualar en el último minuto de los tiempos extra, cuando Blerim Dzemaili estrelló un cabezazo en el poste y, en el rebote, mandó la pelota afuera con la rodilla. Después, Di María pudo aumentar cuando disparó desviado apenas pasada la media cancha, aprovechando que el arco estaba sin custodia porque Diego Benaglio había ido al frente.

“Argentina es mucho más que Messi, tienes a gente como Di María, [Ezequiel] Lavezzi, [Javier] Mascherano”, observó el timonel de Suiza, Ottmar Hitzfeld, quien dirigió su último partido con la selección helvética.

Ahora, Argentina enfrentará el sábado en cuartos a Bélgica.

Los albicelestes vivieron angustias y pesares en el primer tiempo y se recuperaron en el complemento. Incluso pudieron haber explotado de placer, cuando Diego Benaglio ahogó el gol cerca del final ante un remate de Messi, quien en general estuvo bien marcado.

Argentina hizo gala de toque buscando huecos, pero su trinchera ofreció una débil resistencia, ante una Suiza que apostó al contragolpe y aprovechó los tentadores espacios que le dejó una vacilante defensa en la que Federico Fernández volvió a verse errante.

Fernando Gago y Mascherano fueron superados en el centro, y en ataque, el equipo sólo dependió de la inspiración de Messi.

Los albicelestes controlaron la pelota, pero varias veces se les apareció el fantasma de la derrota, como ocurrió al filo de la media hora, cuando Xherdan Shaqiri metió un centro y el remate de Granit Xhaka fue tapado por Sergio Romero con el pie, calmando la angustia de millares de argentinos en el estadio Itaquerao.

Suiza cedió la iniciativa, pero no las ganas de atacar. Y eso quedó en claro cuando en otro contragolpe hizo temblar a los argentinos, cuando Josip Drimic escapó sin marca alguna por la izquierda, y solo frente al arco se la tiró a las manos de Romero.

Argentina casi no lastimó arriba, aunque intentó con un disparo de Messi que fue a las manos de Benaglio, con un cabezazo de Gonzalo Higuaín por sobre el travesaño y con un remate de Marco Rojo, que otro vez topó con los guantes del arquero, en este caso, durante el complemento, cuando el equipo empezó a poner las cosas a su favor.

Lejos de ser ya un torrente de fuerza y energía, los suizos se replegaron ante el empuje argentino, que estuvo a punto de abrir el marcador, cuando Benaglio desvío en forma magistral un disparo de Higuaín y después Pablo Zabaleta la mandó por arriba con un disparo esquinado desde la derecha.

Durante el tiempo extra, ya no había margen para el error: Suiza moderó sus ambiciones, pero igual se las arregló para desnudar los desbarajustes defensivos de Argentina, que tembló cuando un centro de Haris Seferovic no pudo ser conectado por Shaqiri, conocido como el Messi de los Alpes y que por poco estuvo de montar una fiesta suiza en la montaña.

Al final del partido, el estadio se colmó de “ole, ole”, pero no para Argentina. Ovaciones para Suiza, que tocó la pelota con maestría y precisión, para deleite de centenares de suizos y millares de brasileño con la camiseta verdeamarela, que esperaban derrota de su archienemigo ante los suizos.

Pero llegó la genialidad de Di María y los cánticos argentinos, que ya se encontraban más apagados que sus jugadores, se dejaron escuchar con más rabia. Argentina vive aún en tierras brasileñas.

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