Príncipe de las tinieblas, genuina representación del mal que demanda la grandeza respaldada por cada una de las 10 estrellas que adornan su insignia.

Los Diablos Rojos mantienen la fe. Están seguros de que recuperarán el trono perdido hace dos años. El revés en Tijuana (1-2) no los cimbra. Lo que solicitan es reconocimiento a esa historia brillantemente alimentada en torneos cortos; tanto, que está a un partido de ser la más ganadora del futbol mexicano.

Si los hambrientos Xoloitzcuintles no salen vivos del “infierno”, el Toluca llegará a 11 títulos de Liga y alcanzará al Guadalajara como los clubes con mayores blasones en la época profesional.

Todos los jugadores de Enrique Meza saben que el demonio es un verdadero coloso, por más que el término “grande” luzca reservado para Chivas, Águilas, Cementeros y Pumas.

“No necesitamos confirmación [de que son un club “grande”]”, sentencia el capitán Antonio Naelson Sinha. “Día a día lo hacemos”.

Sobre todo durante los más recientes tres lustros, periodo en el que Luzbel se ha proclamado monarca siete veces, más allá de lo que suceda mañana.

El Toluca entró a la era de los certámenes a una vuelta (instaurada en 1996) con tres trofeos de campeón en sus vitrinas. Hoy tiene 10, cifra superior al Cruz Azul (ocho) y los Pumas (siete); está igualado con el América.

“Cada quien lo toma [como quiere]. Los que estamos dentro somos conscientes de lo que es la institución para el futbol mexicano”, comparte el zaguero Édgar Dueñas, formado en el club.

“A lo mejor, hay cuatro grandes, pero existe uno que es único, como Toluca.”

Capaz de reponerse a ser superado, por una anotación, en el primer capítulo de la batalla por el cetro.

La de antenoche fue la tercera derrota de los escarlatas en esas condiciones. En las dos anteriores dieron la vuelta olímpica, sin necesidad de tiempo extra y/o penaltis: ante el Necaxa (Verano 1998) y el Morelia (Apertura 2002).

Verdadero coloso que no tiene el mismo impacto social que rojiblancos, azulcremas, celestes o auriazules. Única explicación al ostracismo en el que habita.

“A lo mejor, por la afición, es difícil, ya que no tenemos un arrastre tan grande en todo el país, pero a nivel de logros, sí [es un equipo de trascendencia]”, considera el defensa Marvin Cabrera. “Estamos muy cerca de ser el máximo ganador, al igual que el Guadalajara, y ojalá lo podamos hacer”.

Con lo que finalizarían una “Fiesta Grande” soñada, en la que ya echaron al Rebaño Sagrado y las Águilas, equipos con los que disputan el honor de ser el número uno, en cuanto a trofeos.

“Es de los grandes, no sólo por haberlos eliminado ahora y lo que está significando esta Liguilla”, ataja Dueñas. “Tiene tiempo siendo de los grandes, aunque a lo mejor no es de los más populares, como muchos lo indican”.

Detalle que no mina las ilusiones de Belcebú, cuya figura se ha agigantado durante los más recientes años. Prueba inequívoca son las estrellas que iluminan su pecho.

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