La mirada de Carl Wilhelm Kahlo Kauffmanm mejor conocido como Guillermo Kahlo, se caracterizó por mostrar una propuesta estética con mucha pulcritud, limpieza y precisión para tomar el interior y los exteriores de las emblemáticas construcciones México.

Su carrera como fotógrafo se inició hace casi 120 años mostrando la belleza de la arquitectura mexicana. En su primera serie, en la que se documentó la construcción de la Casa Boker, le sucedieron otras más que le valieron como uno de los fotógrafos más prestigiosos. Hacia 1910 obtuvo el título del “primer fotógrafo oficial del patrimonio cultural mexicano”.

A manera de homenaje, se realiza Mirada en fuga, una pequeña muestra que refleja el exhaustivo registro que realizó Kahlo en los monumentos de la capital durante las primeras tres décadas del siglo pasado, tanto del patrimonio arquitectónico virreinal, especialmente el de corte religioso, como de edificaciones estrenadas en los albores del mismo o de las que se estaban ultimando detalles, informó el INAH en un comunicado.

Guillermo Kahlo, “fotógrafo del patrimonio cultural mexicano”
Guillermo Kahlo, “fotógrafo del patrimonio cultural mexicano”

Por ejemplo, en una fotografía firmada en 1910 aparece el telón de Tiffany de lo que sería el Teatro Nacional, proyecto que por cuestiones políticas concluiría dos décadas después y sería denominado Palacio de Bellas Artes, obviamente también retratado por Kahlo.

El público podrá admirar la panorámica de un “congestionado” Zócalo capitalino, cuando tranvías y automóviles representaban un signo de modernidad para los años 20; ésta se contrapuntea con los ángulos de la escalera central del Edificio de Correos. Una vista de la Villa de Guadalupe o de la portada de la Catedral Metropolitana, emblemas de la arquitectura colonial, que contrasta con las fachadas neoclásicas de los edificios porfiristas como el de Ferrocarriles Nacionales de México o el Palacio Legislativo de la calle Donceles.

Mayra Mendoza, subdirectora de la Fototeca Nacional y curadora de esta exposición, calificó la mirada de Kahlo sobre los monumentos y sitios fotografiados como “impecable, acuciosa y precisa, resultado de un meticuloso trabajo que implicaba el análisis del espacio interior y exterior, así como de la luz en las diferentes horas del día para decidir el mejor momento de realizar la toma, con periodos largos de exposición que hacen imperceptibles a la gente los diferentes escenarios”.

Hace casi 40 años, el repositorio de Pachuca recibió el que constituye el Fondo Guillermo Kahlo, compuesto por más de cuatro mil piezas, entre negativos y positivos, universo que demuestra las múltiples lecturas que pueden darse sobre el trabajo de este fotógrafo. Una parte de ese acervo perteneció, probablemente, a la Dirección General del Patrimonio Nacional y la otra fue entregada al Museo Nacional hacia 1909.

Guillermo Kahlo, “fotógrafo del patrimonio cultural mexicano”
Guillermo Kahlo, “fotógrafo del patrimonio cultural mexicano”

Relata que Guillermo Kahlo emigró a México a los 19 años y pronto se integró a la vida productiva del país, en actividades comerciales e incluso llevó los libros de contabilidad de establecimientos mercantiles propiedad de sus connacionales. En 1894 se naturalizó mexicano aduciendo los “sentimientos de afecto y adhesión a este país”, además de que un año atrás había contraído matrimonio “con una señorita mexicana”.
 
Mayra Mendoza explica que tras estrenarse en el registro fotográfico de arquitectura con la citada serie sobre la Casa Boker en el centro de la Ciudad de México (fundada por el empresario alemán Roberto Boker como una empresa de compra-venta de productos importados), Kahlo se anunciaría en 1901 en El Mundo Ilustrado como fotógrafo de edificios, interiores, habitaciones, fábricas, etcétera.
 
Para 1904 publicó su primera compilación de imágenes en forma de álbum: Mexiko (en alemán y español), de modo que en las primeras dos décadas del siglo XX ya gozaba de gran prestigio no sólo como fotógrafo de arquitectura, sino también como retratista de grupos, una faceta poco citada.

Mirada en fuga permanecerá hasta el 20 de enero en la Sala Nacho López de la Fototeca Nacional de Pachuca, Hidalgo.

cetn

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