La librería Gandhi Oportunidades de Miguel Ángel de Quevedo 134 “ya no era una librería muy rentable” desde hace algunos años, un análisis realizado a las 44 sucursales de la cadena les mostró la necesidad de cerrarla y la decisión se tomó hace casi tres semanas; ni los números le ayudaban y quedó rezagada frente a la Librería Mauricio Achar, que está en la acera de enfrente y que no sólo es la más importante sucursal del grupo, sino que además es la que más visitantes y ventas genera.

Fue una decisión “dolorosa y triste” pero necesaria, cuenta a EL UNIVERSAL Alberto Achar Abadi, gerente comercial de la cadena librera que decidió cerrar este sitio emblemático fundado en 1971 por Mauricio Achar, y terminar con su historia de leyenda el 16 de agosto cuando baje la cortina para siempre.

“Se hizo un análisis de todas las librerías, habían algunas que también se tenían en la mira, vimos que ya no daban, pero de alguna manera logramos mover los números, los gastos, hacer negociaciones de renta para que las librerías sigan en pie; entonces optamos por esta, de momento es la única que cerramos, pero estos ajustes además en esta coyuntura son parte de los movimientos que se tienen que dar”, afirma.

La “vieja” Gandhi, que empezó en 150 metros cuadrados y que acabó como un gran local de 600 metros cuadrados, se evidenció como la sucursal más débil en el análisis de la empresa; apenas la visitaban entre 18 y 19 mil personas al mes, frente a los 60 mil, que llegaban antes de la pandemia y mensualmente a la Librería Mauricio Achar; dejó de ser atractiva aún con remates que ofrecía, ya no parecían suculentos títulos a pesar de los precios.

Mauricio Achar reconoce que no es que no se vendan ya las oportunidades, más bien señala que se cometieron errores: “de alguna manera habíamos empezado nosotros con rangos de precios, nos parecía que era atractivo, pero con el tiempo lo quitamos porque era complicado mantenerlos; también de alguna manera ese espacio de oportunidades que tenía saldos lo complementamos con cosas de novedades que conseguías en cualquier librería; fueron cosas que no funcionaron”.

Los libros de oportunidad son un mercado atractivo que se acabó pronto en Gandhi Oportunidades; “sí funciona siempre y cuando lo alimentes constantemente con nuevos saldos, exhibiéndolo bien, siempre y cuando la manera en que muestras el precio sea la adecuada, siempre y cuando tengas bien amarrado el concepto”, afirma Achar.

También la cafetería, que en el principio de los tiempos era un gran atractivo de este espacio, dejó de ser funcional y llevó a clausurarla tras la pandemia. Sin embargo, Achar dice que hoy en día existen espacios de cafeterías en casi la mitad de sus librerías, en algunas hay un concepto que denomina Más café, con mesas y servicio de comida.

“En el caso de la cafetería Gandhi Miguel Ángel de Quevedo tiene un Starbucks enfrente, y la de librería de Oportunidades que estuvimos operando siempre tenía como un valor agregado en la experiencia, porque lo nuestro son los libros, no las cafeterías; y las veíamos como espacios que te ayudan a complementar este encuentro con el libro y con la conversación, estuvo ahí durante muchos años, desde que empezamos, fue cambiándose, remodelándose y fue un espacio mágico donde sucedieron un montón de cosas”, afirmó el gerente.

Cita de inmediato a Mauricio Achar, “una persona soñadora y romántica” de quien heredaron esa pasión en la sangre y por lo que sigue considerando que las librerías son un negocio muy noble que tiene una parte muy humana, que “es la que duele cuando a lo largo del tiempo han cerrado una o dos librerías” y a la que se suma ésta.

“Cada vez que se cierra una librería es sumamente doloroso porque el sueño de Mauricio era convertir a este país en un país de librerías y con los libros cambiar un poco la realidad que vivimos; cada vez que abrimos una librería es un festejo, un territorio de beneficio a la sociedad, pero cuando se cierra una es sumamente triste. Son bajas dentro de la guerra por llevar la cultura y la lectura al país”.

Buscan seguir de pie

Alberto Achar dice que caprichosamente ante la pandemia y ante las vicisitudes que vive el país, “se presenta la oportunidad de que el corporativo vuelva al nido, es una oportunidad muy viable de convertir ese espacio de la librería en oficinas y tristemente cerrarla al público”.

Incluso afirma que la decisión es obligada por la coyuntura, “es algo que nos permite financieramente hacer algo que nos ayuda, y si lo vemos de forma positiva, en este espacio donde inicio todo, vamos a estar las personas que estaremos impulsando el crecimiento de las 44 librerías para que sigan en pie”.

Tomar la decisión de cerrar este lugar que reunió a la intelectualidad mexicana no fue fácil, pero son ajustes que toman para sobrevivir. Y es que el cierre por casi tres meses de todas sus sucursales —cinco siguen cerradas— por razones sanitarias de la pandemia por el Covid-19, ha afectado financieramente a la cadena.

“Todas las industrias que requerimos del tráfico de la gente estamos sumamente afectadas. Cuando tú tienes una estructura para poder atender a grupos de cierto tamaño y no tienes los ingresos, y sí tienes caídas tan grandes en ventas, pues desde luego hay una nueva alineación que se tiene que hacer, hay muchos cambios, reducción de gastos, salidas de gente, estamos reajustándonos”, dice Achar.

El empresario agrega que este año para todas estas industrias será muy complicado, y lo será más para las librerías que ni son más rentables ni más apoyadas a través de programas de gobiernos, de incentivos fiscales, “ya estábamos afectados; es tristísimo porque de alguna manera muchas librerías terminan cerrando, pero seguiremos peleando por mostrar que podemos quedar parados, sin tener pasivos o deudas a futuro, por mantenernos de pie y pensarlo como un año que se complicó, pero pudimos seguir adelante”.

Aunque no aporta los números financieros de las pérdidas, Achar Abadi comparte las caídas de tráfico de personas, que superan 65% y en cuanto a ventas: “estamos vendiendo más o menos la mitad de lo que vendíamos el año pasado. Esa es una realidad”.

Y aun cuando cierran esta sucursal para hacerla oficinas corporativas que planean ocupar a partir del 1 de septiembre, y con ello ganan un poco de certidumbre, pues dejarán de rentar el edificio en Patriotismo, Alberto Achar no da la batalla por ganada; dice que viven más bien en la incertidumbre porque puede suceder que mañana la ciudad regrese a semáforo rojo y tengan que cerrar otra vez las librerías.

“Eso haría doblemente complicado el regreso, no es que ya cantamos victoria, que digamos ‘bueno fue el caso de Oportunidades y dentro de lo malo se va a convertir en nuestro espacio de trabajo y ahí seguimos’, sino que esto continúa en el sentido de que seguimos muy sigilosos en lo que hacemos y viendo cómo se desenvuelve la pandemia”.

El presente no es fácil, cinco de sus 44 sucursales siguen cerradas (tres en Puebla, la de la Ibero y la Playa del Carmen), pero tras el análisis y el cierre han ideado un programa de trabajo: reforzarán su canal de comercio electrónico que de arranque se incrementó en 300%, y que esperan que de aquí en adelante represente el 13% o 14% de sus ingresos; fortalecerán la alianza con supermercados y tiendas departamentales, y buscarán nuevos canales.

¿Es el momento más difícil en la historia de Gandhi?, se le pregunta. “Te diría que sí, y lo es para la historia de muchas empresas, pero esa es la vida, tiene esas cosas”, dice el impulsor de esta cadena mientras se entera de la larga fila de personas que llegaron a decirse adiós a la “vieja” Gandhi y adquirir algunos de los 20 mil volúmenes que rematan.

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