Carlos López cursaba el cuarto año de primaria cuando descubrió que no compartía intereses con sus compañeros de clase. Eso le llevó ser un alumno solitario, incluso en los recreos o para trabajar en equipo. Entonces, su profesora detectó “ciertas conductas” que no consideró “apropiadas para un niño”, por lo que pidió a su madre que lo enviara a un psicólogo, pues pensaba que tenía posibles tendencias homosexuales. Eran los años 80, una época en la que resultaba “muy fuerte” hablar sobre el tema.

“Mi mamá hizo caso de las recomendaciones y ahí me preguntaron si me sentía atraído por otros niños. Respondí que sí, me pasaba desde el kinder y no pensé que fuera algo negativo. Pero ese psicólogo me dijo que eso podía afectar mi desarrollo personal y profesional cuando fuera adulto, me causó cierta incomodidad e insatisfacción, al mismo tiempo me llevó a preguntarme si lo que yo sentía era correcto”, relata Carlos, hoy sociólogo y activista del movimiento LGBT+.

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Foto: “Mi madre me sacó del clóset con mi familia, siempre me apoyó”, dice Carlos López, sociólogo y activista de la comunidad LGBTTTI+, organizador de la Marcha del Orgullo Gay en México.

El periodo de terapia resultó para Carlos una experiencia terrible que lo marcó de tal manera que, ante el deseo de dejar de sentirse atormentado por el terapeuta, terminó por cambiar el discurso y decirle que le gustaban las niñas y que ya se sentía bien. Para dejar de sufrir, mintió. “Entonces me dejó en paz”.

Una experiencia más traumática para Carlos vino a los 13 años, cuando cursaba la secundaria. Atraído por uno de sus compañeros escribió una carta que no pensaba entregarle, donde hablaba de lo que sentía y cómo se sentía frente a ese sentimiento. Otro compañero lo descubrió y, sin su consentimiento, se la llevó al niño que le atraía. A Carlos terminaron llamándolo al área de orientación vocacional, donde ya habían estado cada uno de sus compañeros de grupo, a quienes las autoridades escolares preguntaron cómo era Carlos y si habían tenido problemas con él. Cuando llegó su turno, la directora del colegio le dijo: “Sólo tenemos dos opciones, o dejas de lado esta situación o nos vamos a ver obligados a correrte de la escuela, porque esto no sólo te afecta a ti, sino a todos tus compañeros, a los maestros, a la educación, a tu madre… y eso es muy grave”. Carlos recuerda: “Enfrentar aquello fue tremendo para mí”. De aquellas experiencias de rechazo para Carlos han pasado dos décadas. La sombra de aquel país sigue visible: ¿Qué si hoy día un niño quiere vestirse de rosa y jugar con una muñeca? ¿Qué pasa si un niño no se siente a gusto con su sexo biológico? ¿Cuáles son las reacciones de la familia? ¿Cómo viven esos niños o niñas insatisfechos con su cuerpo? ¿Cómo se expresan? Un espacio museístico abre sus puertas a este debate.

Con el objetivo de sensibilizar y generar mayor conciencia pública sobre la riqueza de la diversidad, el entendimiento de género y orientación sexual, así como sobre la importancia de erradicar la discriminación, el Museo Memoria y Toleranciainaugura el próximo 2 de febrero la exposición temporal LGBT+Identidad, Amor y Sexualidad.

La muestra abarcará ocho salas, con contenidos gráficos, visuales y testimoniales que hacen un llamado a luchar contra los prejuicios, proponiendo la educación, conciencia, empatía y respeto para lograrlo. Se incluye obra de artistas como la surcoreana Jeong Mee Yoon en la sala “El Niño. La Niña”, un espacio para reflexionar sobre el género y sus estereotipos, mientra que la mexicana Lorena Wolffer alude a las diversas familias que integran hoy al país.

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Inédita visión

Linda Atach, directora de exposiciones temporales del museo Memoria y Tolerancia y cocuradora de la muestra —junto con Alejandro Brito—, destaca que es una exhibición “inédita”, ya que es la primera vez que se crea, en el mundo, una exposición de estas dimensiones y con perspectiva de derechos para la comunidad LGBT+, incluida la documentación histórica . “Va a generar mucha curiosidad y también quizá cierto enojo o rechazo por parte de otro sector. Pero generará conocimiento, es importante porque una buena parte de la intolerancia y la falta de respeto hacia la diversidad que se vive es por desconocimiento. Creen que son anormales, consideran en algunos casos (erróneamente) que esto es una enfermedad y lo que aquí se pretende mostrar es que esto es un fenómeno natural”.

Quieren llamar la atención de la juventud, para que las siguientes generaciones sean más tolerantes ante la diversidad.

La estructura de la exposición habla de la genealogía del ser humano, cómo nace, de dónde viene, si la familia te marca o no. “La familia condiciona mucho nuestra creencia y todo nuestro imaginario. La exposición incluirá un clóset, en el que el visitante llegará a sentirse agobiado, desesperado y oprimido. (...) El visitante se enfrentará a preguntas serias acerca la diversidad como: ¿por qué los gays son más célebres o tienen muchos más derechos de visibilidad que las lesbianas? Es donde se presenta otro tema: el machismo, y como para muchas mujeres es difícil llevar su día a día por los estereotipos impuestos por este tema”.

Además de la experiencia vivencial, la exposición también mostrará a través de una línea de tiempo, realizada por la investigadora Laura Vélez, que incluye información histórica exhaustiva sobre la presencia de la comunidad a lo largo del tiempo.

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LAURA VÉLEZ (Investigadora de la exposición)
Foto: “ Esta exposición llega a México en un momento en el que uno puede pensar que se ha avanzado y que se ha logrado bastante, y no es así, estamos en la CDMX que no es todo México...” 

Diversidad, tan antigua como el hombre

Laura Vélez señala: “Lo que veremos es apenas la punta del iceberg”. Fue una ardua investigación, al ser un tema complejo se intenta hacerlo asequible, de cubrir lo más vital y relevante, de forma que sea algo educativo y formativo para el visitante. “La diversidad sexual nace con la humanidad misma. Tenemos algunas pinturas de África que dan cuenta de ello miles de años antes de Cristo, de que ya había prácticas homosexuales. Tenemos también el Códice Nuttall, de origen prehispánico, que refiere a la diversidad sexual en Mesoamérica y que da cuenta del travestismo, por ejemplo”.

Tanto Vélez como Atach coinciden en señalar que esta exposición abre sus puertas en un buen momento para valorar el terreno ganado en términos de hacer valer los derechos de la comunidad LGBT+, porque a pesar de que la Ciudad de México (CDMX) pudiera parecer un ejemplo de avances en comparación con otros estados de la República, aún hay mucho trabajo por hacer.

“Es el momento de empezar a incidir en los cambios. Es un primer paso en la dirección correcta y la exposición hace algo muy importante: visibilizar a las personas LGBT+”, enfatiza Vélez.

“Quiero que la gente me respete”

Al igual que Carlos López, Ana María Morales ha enfrentado discriminación en la CDMX. Uno de los acontecimientos que más la marcó, fue un día que la sacaron de un restaurante Toks: eran aproximadamente las 10:00 horas, ella y su entonces pareja entraron por un café, pero antes de que se los sirvieran, llegó el gerente del lugar a su mesa y les pidió “de favor” que se retiraran del establecimiento, porque estaban “en un lugar familiar”.

Ana le entregó una tarjeta de cumpleaños a su novia, quien se encontraba sentada enfrente de ella. Se tomaron de la mano y antes de transcurriera un minuto, apareció el gerente en su mesa. Han pasado 10 años de aquel suceso. “Sentí mucha impotencia”, dice Ana en entrevista. Además, en ese entonces no sabía a quién dirigirse o pedirle ayuda.

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LINDA ATACH. (Co - curadora)
Foto: “Nosotros creemos que esta exposición va a ocasionar, por un lado, mucha curiosidad y por otro cierto enojo o rechazo por un sector de la población, pero a la vez va a generar conocimiento... ”

Las experiencias de rechazo no concluyeron ahí para Ana. Recientemente vivió un acontecimiento en el Sistema de Transporte Colectivo Metro que describe así: “Por la apariencia y forma de vestir, me intentaron bajar del vagón de mujeres”. Un policía detuvo las puertas antes de que se cerraran y comenzó a gritarle “¡Bájate!”, en repetidas ocasiones.

Ana se encontraba escuchando música con sus audífonos, pero sintió que todas las miradas apuntaban hacia ella, se retiró los auriculares y el policía le pidió nuevamente que se bajara del vagón. Ana preguntó: “¿Por qué?” Una vez que el policía la vio de frente se hizo para atrás y se cerraron las puertas de inmediato. Ella pudo continuar su viaje, pero en ese momento, además de impotencia, sintió enojo de que el policía sólo determinara bajarla del vagón por su apariencia. “¡Claro, como no traigo tacones, medias, como no me vengo maquillando, salgo del estereotipo de ‘esto es una mujer’ y me tengo que bajar!”, pensó ella.

Ana aprendió que la única herramienta que hay para combatir la discriminación en todos sus sentidos es la educación.

Muchas personas se quedan en el clóset por miedo al rechazo y discriminación, incluso familiar, que es el primer círculo en donde se percibe el rechazo. Ana recomienda siempre estar informados, educarnos y educar al entorno. “Yo no quiero que la gente me entienda, yo quiero que la gente me respete”, afirma sin dudar. El hastag en redes que idenficará esta muestra del Museo Memoria y Tolerancia será precisamente: #PorUnMéxicoSinClósets.

La CDMX ha logrado avanzar mucho en materia de derechos y no discriminación, existiendo lugares en donde la gente se puede informar, como la Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred) que tiene líneas de asesorías, en LOCATEL se puede pedir asesoría psicológica y en INJUVE siempre te dan la orientación que necesitas. Y desde años atrás, la Comisión Nacional para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Conapred), así como las comisiones de derechos humanos de la CDMX y la nacional. “Para la gente que no ha ‘salido del clóset’, acérquense a las instituciones para informarse y busquen la orientación correcta”, recomienda Ana.

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