Con el sincretismo de dos tradiciones, la prehispánica y la cristiana, se logró este culto al Niño Dios, que en México se tiene de manera especial y no se repite en ninguna otra parte del mundo, señaló el arqueólogo Eduardo Merlo Juárez.

En entrevista, dijo que la tradición de poner imágenes del Niño Jesús o Niño Dios viene de Europa, en donde se empezaron a hacer las primeras representaciones de la Sagrada Familia.

Estas se comienzan en la catedral en Ravenna, que son del siglo XI y XII, en donde se ve a los Santos Reyes acudiendo a Belén, se ve el mosaico bizantino en la pared, el pesebre del Niño Jesús, a José y María acompañándolo.

“A partir del siglo VI la madre de Constantino, Santa Elena, manda a Jerusalén a un grupo de expertos a Belén, donde podría estar la gruta en la que nació Jesús y la encuentran, pero también pedazos del pesebre y se lo llevaron”, apuntó.

Eduardo Merlo dijo que estos restos se encuentran en la Iglesia de Santa María la Mayor, en Roma, junto con el pesebre, una imagen del Niño Jesús, recostado sobre un pesebre nuevo. Manifestó que en el siglo XIII San Francisco, en su afán de ponderar el nacimiento del niño Jesús, manda a buscar una cueva y en Greccio, población cercana Asís, su amigo la encuentra y ahí hace la primera representación de la veneración al Niño Dios.

“Manda hacer un pesebre y coloca la imagen de pasta del Niño Jesús y se dice una misa, es la primera representación que tenemos de una misa de Navidad con el Niño Jesús para adoración”, indicó. El arqueólogo dijo que se extiende por todos lados de Europa y llega a España, toma cartas de naturalización y se empiezan hacer figuras diferentes del Niño Jesús.

Precisó que es justo cuando los primeros misioneros llegan a la Nueva España, lo traen y lo proponen, entonces a los indígenas les encanta. “Se juntan dos tradiciones, en el mundo prehispánico, sobre todo entre los mexicas tenochcas, donde se acostumbraba hacer una figura de Huitzilopochtli de amaranto, amasada con miel de maguey, y que representaba al Niño Huitzilopochtli cuando nació”, comentó.

Agregó que los indígenas hacían figuras de amaranto y miel de maguey, las colocaban en su casa y las veneraban, previo a ponerlas en casa las llevaban al teocalli, es decir, al templo para ser bendecidas por los sacerdotes.

Merlo Juárez apuntó que fue aquí que se añadió a la evangelización el llevar al Niño Jesús adornado con flores a la Iglesia y el 2 de febrero el día de la presentación de Jesús en el templo para bendecirlo.

“Para ver el sincretismo, en muchos lados escondidos en la canasta o charola van piedras y figuras que, una vez bendecido el Niño Dios, se las llevan a su casa y riegan estas piedras por el campo de cultivo como abono espiritual de la siembra”, señaló De ahí que se juntó la más vieja tradición prehispánica, con la más vieja tradición cristiana y se logró este culto al Niño Dios que en México se tiene de manera especial y que no se repite en ninguna otra parte del mundo, señaló.

Resaltó que el vestirlo, buscar padrinos, el compadrar con el pretexto del Niño Dios, el 6 de enero como 2 de febrero, es en honor del Niño Jesús. El especialista del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) apuntó que cuando llegan los frailes al país, los escultores indígenas empiezan a reproducir imágenes del Niño de manera extraordinaria, muestra de ello es que hay algunas que datan del siglo XVII y XVIII.

Los alfareros empezaron hacer las figuras del Niño Dios y se hace un mercado para el nacimiento, recordando lo que hizo San Francisco, y la arrullada el 24 (diciembre) en la noche, los padrinos recogen a los Niños Dios el Día de los Reyes Magos para llevarlo a vestir y devolverlo el 2 de febrero, con lo que concluye el ciclo navideño.

Añadió que las imágenes en Puebla se hacen de barro en Amozoc y se han encontrado imágenes con dicho material en muchos lugares. Al mismo tiempo, resaltó que la vestimenta es una industria poderosa, hay familias que ponen maquila y se vende de manera importante. Por separado, Paulo Carvajal, vocero de la Arquidiócesis de Puebla, señaló que el 24 en la noche, el ver a Jesús niño no se tiene que perder la realidad, es ver al hijo de Dios que nace y que va a crecer, hasta dar la vida por todos.

Carvajal puntualizó que el día 25, en la Navidad, al reunirse en familia, se debe llevar a la paz, armonía y alegría, es decir, hay que verlo como una actitud de esperanza y de alegría, que tanto se necesita en estos momentos.

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