Ya la llaman “la enciclopedia de la cultura” e incluso “La Biblia del periodismo cultural mexicano”, la denominan “obra imprescindible” y un “libro de cabecera” que debemos tener cerca para “leer una columna cada noche antes de dormir”. Eso y más es Inventario. Antología, de José Emilio Pacheco, una obra magna en tres tomos que es la novedad editorial de 2017 y uno de los acontecimientos literarios más importantes de los últimos tiempos.

Esa obra que ha puesto a circular Ediciones Era en coedición con El Colegio Nacional, la Dirección de Literatura de la UNAM y la Universidad Autónoma de Sinaloa, es el proyecto más ambicioso trabajado por Marcelo Uribe, el editor y amigo de José Emilio Pacheco. Es la culminación de una labor que comenzó en agosto de 1973, cuando Pacheco tenía 34 años, y que concluyó en enero de 2014, cuando este hombre de libros murió a los 74 años de edad.

Se trata de un proyecto editorial titánico que implicó varios años de trabajo y la colaboración de Eduardo Antonio Parra, Héctor Manjarrez, José Ramón Ruisánchez y Paloma Villegas. Una labor de selección de cerca de mil columnas tomadas de entre alrededor de 6 mil cuartillas, lo que representa aproximadamente un tercio de los Inventarios que José Emilio Pacheco publicó a lo largo de 40 años.

Esta obra de casi 2 mil 100 páginas donde JEP, como firmaba, lo mismo habló de Petrarca, Rimbaud, Wilde, Neruda, Octavio Paz y Manuel Acuña, que de pasajes históricos, recuentos biográficos o sobre la nota roja que alcanza a insertarse en el mundo literario y cinematográfico, admite todo tipo de lecturas: “las de un libro de referencia, de consulta y hasta la de una gran novela intelectual, porque este es el retrato de una mente, es el retrato de sus curiosidades y es una obra fundamental de nuestra literatura”, como ha dicho Juan Villoro.

El proyecto editorial que se inscribe en una tradición de recopilación de textos de otros autores como Jorge Luis Borges, Salvador Novo, Nemesio García Naranjo y Federico Gamboa, es de gran actualidad porque, a decir de Eduardo Antonio Parra, la mayoría de las columnas incluidas, “resultan tan actuales como cuando las escribió, y la recopilación es, por tanto, una mirada inteligente, un análisis cultural del último medio siglo en México y en el mundo”.

Panorama de una época. En un brevísimo texto introductorio, en el que la editorial relata que para la publicación de esta antología José Emilio Pacheco quiso que se observaran ciertos criterios —entre ellos, que no se publicaran todos sus textos sino una selección cronológica lo más estricta posible a partir de una propuesta de Eduardo Antonio Parra que él mismo aprobó— se señala que “la escritura del conjunto de todos los Inventarios publicados por Pacheco fue una tarea de proporciones casi fuera de alcances humanos”.

Parra asegura a EL UNIVERSAL que, a diferencia de su obra poética o narrativa, en el periodismo José Emilio Pacheco pudo ampliar con libertad el abanico de sus intereses al mismo tiempo que profundizaba en ellos, pues, por ejemplo, en sus columnas aborda temas, como la historia de México, que en su obra creativa están apenas esbozados.

“Eso sin contar que la columna, a lo largo del tiempo, se convirtió en su laboratorio personal para ensayar diversos géneros y formas, estilos y formatos, hasta hacer de ella un sitio donde desaparecían los límites establecidos por la teoría literaria. En los Inventarios hay teatro, crónica, poesía, ensayo, biografías, narrativa, artículos, reconstrucciones históricas, ucronías, etc., es decir, hay todo lo escribible y todo lo combinable”, dice Parra.

José Ramón Ruisánchez asegura a este diario que entre la enorme diversidad de temas abordados en los Inventarios están autores como Ramón López Velarde, José Vasconcelos, Octavio Paz, pero también Manrique y Quevedo hasta Piglia.

Además de mucho trabajo en torno a momentos históricos que le interesaban mucho a José Emilio, comprendidos entre el Porfiriato y el final de la década de 1920.

“Estos libros son un verdadero panorama de época. No sólo un autorretrato del escritor como lector, como periodista, sino un fresco de nuestra literatura y cultura, donde un adelantado va incorporando la historia al presente; mostrándonos la modernidad de, digamos, Villon, junto con la importancia de objetos que parecerían invisibles, como la máquina de escribir, a la que le dedica un artículo memorable. Pero sobre todo cómo eso abstracto, ‘el presente’, es siempre lo que alguien vive y piensa”, afirma José Ramón Ruisánchez.

Parra asegura que estos textos aportan una visión lúcida y crítica sobre la vida cultural de los últimos 50 años. “De algún modo, son la recuperación de una memoria colectiva que está desapareciendo y ya desaparecía cuando Pacheco los escribía. Además representan una enseñanza invaluable para quien quiera escribir, ya sea ficción, periodismo o ensayo, pues se trata sin duda de textos ejemplares donde es posible aprender la brevedad, la síntesis y la buena prosa pensada para ser leída por muchos”.

Recopilación de un universo. JEP no quiso que se incluyeran poemas contenidos en los Inventarios porque solían ser versiones anteriores publicadas más tarde en sus libros; tampoco quiso que estuvieran sus traducciones de poesía que luego aparecieron corregidas en Aproximaciones. Lo que está es su forma de leer, un espacio donde un libro llevaba a otro, donde tejía historias y relaciones luminosas, una selección de columnas que eran una forma de vida, su pasión por saberlo todo y compartirlo todo.

Parra y Ruisánchez coinciden en que Inventario. Antología se inscribe en una tradición de recopilaciones de artículos y prólogos, como los de Borges, por ejemplo, o algunas enciclopedias, “con la diferencia de que en éstas los autores fueron muchos y aquí es uno solo. Pacheco era un hombre de conocimiento enciclopédico —se decía que llevaba a todo México en la cabeza—, y en los Inventarios desplegó ese conocimiento”, afirma Parra.

Es él quien recuerda la obra periodística de Nemesio García Naranjo, publicada en varios tomos, o en los Diarios, de Federico Gamboa, que el mismo José Emilio Pacheco editó, o en las columnas de Salvador Novo, que salieron publicadas en varios tomos como La vida en México en el periodo presidencial de…

Para ambos fue una aventura adentrarse en el mundo periodístico de Pacheco. “Se trata de un periodismo casi imposiblemente bien investigado... además, la prosa está escrita de manera impecable, sin adornos, para informar sin dar la sensación de enseñar, intentando crear el tono de una charla”, dice Ruisánchez.

También es aprender un “estilo directo, cálido, conciso y preciso, que invita a leerlos una y otra vez. Creo que cualquier periodista cultural, o cualquier aspirante a serlo debería tener Inventario. Antología como su libro de cabecera y leer una columna cada noche antes de dormir”, indica Parra.

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