En la comunidad de Los González, Tolimán, no hay señal de teléfono ni Internet. “Estamos como en el olvido”, dice Delfina, originaria de este poblado y protagonista del cortometraje Marías, producción de Yosoyoho que muestra la violencia escolar en mujeres indígenas.

En Marías interpreta a Valentina, una joven que junto con su madre deja el pueblo para ir a la ciudad a estudiar y tener un mejor futuro, pero es justo en las aulas donde es violentada por sus propios compañeros. Y eso es algo que sí pasa en la vida real, asegura Delfina López Luna, indígena otomí.

“Todo eso es real, sí pasa en algunas comunidades, como viene en el vídeo, y yo dije: ‘Sí, si a mí me van a dar esa oportunidad de participar en el cortometraje no tengo que decir no, porque queremos que eso ya no pase más, merecemos respeto, no deben humillarnos, no debe de haber bullying porque en realidad sí hay en las escuelas, en los hospitales y hasta en los camiones, aunque se ve más en la escuela por los mismos chavos y los maestros, y yo quiero que ya se ponga un alto”, afirma la joven otomí de 25 años de edad.

La misma Delfina fue víctima de discriminación en la escuela. “Cuando era chica sí me decían cosas, ahora no mucho; en la escuela me dejaban sentada sola, no se juntaban conmigo y decían: ¡Mira cómo está, mira cómo se viste, no tiene dinero! Cosas de esas”, relata.

Estudió la carrera técnica en Informática, pero su gran anhelo es estudiar Derecho. “No lo he hecho porque yo no tengo suficiente recursos, otros de mis hermanos también están estudiando y sólo nos ayuda mi mamá”. Y Delfina quiere ser abogada para ayudar a su gente, a los habitantes de su comunidad que se han enfrentado a problemas por no saber hablar español.

“Lo que necesitamos es que nos hablen en otomí, la gente de nuestra comunidad necesita que la ayuden y que lo hagan en su lengua, por eso quiero estudiar Derecho. Si alguien me apoyara a estudiar claro que le diría que sí, si es mi gran sueño”, dice con toda seguridad.

Otomí desde niña

Aprendió otomí desde niña, es su lengua materna, al hablar otomí se siente más segura. En la escuela fue donde aprendió a hablar el español. Entre la familia o con amigos, habla su lengua, pero cuando viene a la ciudad tiene que usar el castellano y aunque se le escucha platicar perfecto este idioma, dice que todavía le fallan algunas palabras.

Delfina también se está instruyendo como intérprete oral. Ser intérprete es una labor necesaria, porque se puede ayudar a las personas otomíes, que no hablan el castellano, cuando solicitan un servicio de salud o tienen algún problema legal.

“A mí me interesa ayudar a mí comunidad, porque hay personas mayores que cuando van al médico hablan otomí, pero la enfermera les habla en español y ellos no entienden y no saben qué decir, para que no le pase eso a las personas mayores yo quiero ayudarlos, por eso también estoy estudiando para ser intérprete oral, porque hay muchos casos allá arriba de mujeres o personas adultas que en ningún lado les hacen caso por no saber bien el español”, expresa.

Dice “allá arriba” refiriéndose a Los González, su comunidad. Son 20 o 30 minutos, en carro, los que hace Delfina de Tolimán a Los González, región otomí a la que no ha llegado la señal de celular ni Internet.

“Mi pueblo está muy retirado, allá no tenemos señal, como que nos están haciendo a un lado, por lo mismo que somos indígenas, porque en toda esa región hablamos el otomí y muchos de los de fuera no entienden la lengua y por lo mismo no nos quieren ayudar, no entienden nuestras necesidades”, explica la joven.

También participa en el Maxei Radio, proyecto de la Secretaría de Juventud de Querétaro, aunque paradójicamente en Los González no escuchan el programa, por la falta de señal.

Melissa H. Granados, ex productora de Maxei Radio, fue quien invitó a Delfina a participar en el cortometraje de Marías; hoy la joven otomí está dispuesta a seguir colaborando con más proyectos que fomenten el respeto a los pueblos indígenas.

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