Todos dicen que Guillermo del Toro es como un niño grande y, al menos, no olvida cuando sus papás lo llevaban a comer tacos de cochinita pibil.

Cada que visita su ciudad natal, el reciente ganador del premio Oscar por La forma de agua, intenta acudir el restaurante Los Laureles en la capital tapatía.

Y lejos de aprovechar su fama, el cineasta siempre paga íntegro lo que consumen él y sus acompañantes.

“Siempre muy amable y aunque la gente lo reconoce, respetan a que termine y cuando ya se va, le piden fotos y acepta con gusto”, señala Rocío Larios, dueña del lugar.

Agua de horchata, panuchos y refrescos de mandarina, junto con los tacos, es su comida favorita.

El restaurante fue fundado en 1973, cuando Del Toro tenía nueve años. Los manteles del lugar, hechos en papel con dibujos a mano, también son de sus favoritos, refiere Larios.

“Antes le gustaba pedir mesa junto a un ventanal que teníamos, pero como lo quitamos ya se sienta donde puede”, indica la entrevistada. Ella, junto con Erika Paola Pérez, dueña de la heladería El Polo Norte, esperan que este mes no sea distinto.

El director de Hellboy y El espinazo del diablo es el invitado de honor del Festival Internacional de Cine en Guadalajara, que arrancó ayer.

Este sábado ofrecerá la primera de tres master class e inaugurará una sala con su nombre en la Cineteca del Conjunto de Artes Escénicas. Mañana y el lunes será el resto de pláticas, a las que asistirán en total más de 10 mil personas, siendo transmitidas todas en vivo a través del Canal 44.

Se esperan temperaturas promedio de 30 grados a la intemperie, por lo cual Del Toro buscaría ir a la heladería para degustar alguno de vainilla, piñón o mamey. “Son sus sabores favoritos, ha venido cuatro veces”, señala Paola Pérez, dueña del lugar con más de 100 años de antigüedad.

Del Toro se encuentra ahora en un año sabático como director y desde el domingo pasado, cuando ganó el Oscar a Mejor Dirección y Mejor Película, ha estado activo en Twitter.

La inauguración. “¡Yo no fui a la escuela, fui al cine!”, dijo el actor José Carlos Ruiz poco antes de recibir, por parte del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), el Mayahuel de Plata por su trayectoria.

“Es un gran honor, hace 60 años por primera vez pisé un escenario y estar aquí me hace pensar que fue provechoso”, señaló.

Ruiz, quien llegó acompañado de su hija Amarante Ruiz, actriz y conductora, ha actuado en películas como El apando y Vidas errantes. El reconocimiento se dio durante la inauguración del certamen, que contempla más de 200 producciones en su programación.

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