Continúan las actividades de la campaña “Un riñón para el arte”, en apoyo al artista queretano Gerardo Esquivel. El próximo 8 de junio, en el Centro de Arte Bernardo Quintana de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), se realizará la segunda expo venta que tiene como objetivo recaudar fondos para el trasplante.

El evento, impulsado junto a Difusión Cultural de la UAQ, será a las 19:30 horas y estarán a la venta obras de Esquivel y otros artistas que se han sumado a esta iniciativa como: Margara de Haene, Lirio Garduño, Tatiana Vallejo Guzmán, Angélica Iracheta, Román Miranda, Rafael Ontiveros y Roxy Nájar.

En voz de sus sobrinos, impulsores de la campaña “Un riñón para el arte”, Gerardo es un tío único, generoso, un gigante y un genio al que todavía le queda mucho camino por recorrer.

“Como artista yo diría que es un genio de su tiempo que ha influenciado a diferentes generaciones de artistas, después de él; también encabezó un movimiento de arte vanguardista en nuestro país y en nuestra ciudad; me gustaría hacer hincapié en Gerardo como persona, porque nunca escatima cuando quiere dar algo, a los sobrinos siempre nos ha dado su tiempo y sobre todo su conocimiento, siempre ha querido sembrar el gusto por el conocimiento en nosotros, el gusto por la lectura y la música, yo soy músico y su labor como artista sé que no ha parado”, dice José Luis Alexander Anderson Esquivel.

Para Krizia Villanueva Esquivel, su tío Geer —como le dicen al artista de cariño— es un gran amigo, un cómplice, un hombre con alma joven que a pesar de la enfermedad sigue creando con el mismo  ánimo.

“Uno de los recuerdos de mi infancia más padres que tengo es de la Cabalgata de diciembre, porque él muchas veces participó en ellas y ver todo su trabajo y esfuerzo en esas creaciones, para que toda la gente las viera, es impresionante,  para uno como niño es mágico. Como artista es un gigante que tiene mucho que dar, que todavía le falta trascender más fronteras, porque aunque ha expuesto en muchas partes de Europa el mundo necesita conocer a Gerardo Esquivel”, agrega Krizia.

Cartas a un amigo

En sus épocas de estudiantes se conocieron Guillermo Arturo Díaz de León Piña y Gerardo, de aquellos tiempos han quedado como testigos los gratos recuerdos y también las cartas que el artista le enviaba desde Europa a su amigo.

Gerardo consiguió una beca para ir a Holanda, estuvo en España y Barcelona,  y en ese tiempo teníamos mucha comunicación por carta, él acostumbraba hacer cartas muy extensas a las que también les ponía dibujos, su sello artístico. Siempre se tomó en serio su profesión como pintor, yo recuerdo que nunca dejaba de pintar, mínimo unas ocho horas diarias, y tengo entendido que a la fecha, con todos los problemas de salud que tiene, sigue pintando, es un artista muy disciplinado, muy creativo, pinta mucho porque tiene muchas cosas qué decir  todavía”.

Su obra se ha expuesto en galerías, museos, espacios públicos y privados de México, Holanda, España, Londres y Francia. Ha publicado los libros:  A sangre y fuego, Agonía moderna y arte y Squatters, su título más reciente.

“Gerardo es uno de los artistas más prolíficos que ha tenido Querétaro y desde mi punto de vista muy desaprovechado, no solamente por la cantidad de obra que es capaz de hacer sino por la creatividad y la calidad que le pone a su trabajo, yo soy de la idea que incluso le han ninguneado el reconocimiento que realmente le deben dar como artista, ahí está la obra de él, no es cuestión de andarle inventando nada. Y ahora que lo necesita hay que ser solidarios con Gerardo”, expresa su amigo Guillermo Arturo.

En 2015 su obra “Sayuri”,  escultura  de cantera de más de tres metros de altura, se instaló en la entrada principal de la Biblioteca Central de la UAQ, previo a la develación EL UNIVERSAL Querétaro platicó con Gerardo Esquivel y él compartió detalles de su historia, de esa rebeldía que lo caracteriza.

¿Es queretano, queretano?

—No nací aquí, nací en el Distrito Federal, pero a los tres años llegué a Querétaro y ya soy como de aquí.

¿Cuándo comenzó su historia en el arte?

—Desde chiquillo. Tenía una tía monjita y en diciembre ella y  las  otras monjitas me ponían a hacer el nacimiento, un nacimiento inmenso, me ponían a dibujar angelitos, yo no sabía  pero me empezaron a enseñar a crear cosas, era muy chiquillo,  tenía como ocho años y ahí nació el gusto por eso. Después  mis papás me metieron a Bellas Artes, a los 12 años, con  mi maestro Don Jesús Rodríguez, pues no sabían qué hacer conmigo.

¿Por qué, era muy inquieto?

—Sí, la verdad sí.

¿En qué momento  dijo: quiero hacer esto toda mi vida?

—Un día que llegó Julio Castillo, se había ido a Matamoros a una escuela que se llamaba Instituto Regional de Bellas Artes, y llegó con  un montón de obra a enseñársela a mi maestro Don Jesús, y yo también tenía un montón de obra pero no la enseñaba y Julio sí, con desparpajo, eran cosas muy buenas,   ahí dije: yo también quiero ser como mi maestro y como Julio. Era el año 77, a Julio lo conocí en el 72, él también estaba ahí con mi maestro, trabajaba en la mañana y como no le entraban las matemáticas entonces se dedicó mucho a dibujar, ahí lo encontré y nos hicimos compadres.

¿Por qué se fueron a Europa?

—Porque  ni en Querétaro ni en la Ciudad de México nos querían ni a Julio ni a mí.

¿Eran  los rebeldes?

—Sí, no nos querían en ningún lado, no nos  abrían las galerías, teníamos que picar piedra, trabajar por nuestra cuenta, como hasta ahora. Ya estábamos cansados, yo habíamos expuesto en muchos lados, en el Distrito Federal en el interior,  yo tenía un nombre, también Julio, ya teníamos una trayectoria y si no nos querían era mejor irnos.

¿Por qué regresar a México?

—Porque Europa estaba muerto,  fuera de Berlín y Holanda todo estaba muerto,  no es la Europa de ahora, que también está muerta pero en aquel entonces  era una Europa muy provinciana, muy anquilosada, muy temerosa, llena de miedos, tenían miedo de lo otro, ahora se han abierto las fronteras, nada más  tecleas y te intercambian para irte a Europa, yo me fui cuando era toda una odisea.

¿Cómo vivieron su regreso a Querétaro?

—Ves la tierra con  otros ojos, la ves totalmente bella,  fuerte, intensa,  y ves las posibilidades de trabajar, entonces hicimos un movimiento que se llamó Nu, Julio y yo, y se unieron todos los que pintaban,  gente que estaba trabajando, y exponíamos aquí y exponíamos allá, armamos un desastre en la ciudad.

Su historia es una historia de rebeldía

—Sí, éramos muy rebeldes, lo hacíamos también para no aburrirnos.

Google News

TEMAS RELACIONADOS