Hace unos días reflexionaba acerca de nuestra vida política. A lo largo de la historia de nuestro país hemos visto desfilar a infinidad de personajes, regímenes y prácticas que se han arraigado no sólo en las cúpulas políticas sino también en la sociedad. Tal parece ser que los mexicanos estamos acostumbrados a ver como “normales” los dedazos, las imposiciones, la corruptela, la impunidad, el rezago, la pobreza. Se ha generado la cultura de sólo utilizar a los liderazgos, los verdaderos, los de ha pie, en tiempos electorales. Es el pan nuestro de cada día el saqueo que hacen los gobernantes a los municipios y a nuestro estado. Se supone que hace varios siglos se erradicó el derecho de conducir el poder por consanguinidad, pero hoy en día los hijos del diputado, del senador, del gobernador, son nuestros brillantes líderes y futuros gobernantes. Yo no sé ustedes, estimadas y estimados lectores, pero ¡yo ya me cansé!

Ya me cansé de seguir la línea, de ver cómo aunque se anuncie con bombo y platillos el nuevo cambio en la política, en la práctica siga todo igual. Rojos, amarillos, azules, verdes, siguen en lo mismo. Ya sé que yo milito en un partido político y que tal vez esta publicación me traiga algunas consecuencias, pero jamás he sido de los aplaudidores del partido, pues considero que la autocrítica debe convertirse en un ejercicio diario. No podemos cegarnos, ni embelesarnos por los aciertos que se tengan, pues antes que partido tenemos patria, sí destrozada, obnubilada, hundida en la incertidumbre, la ignominia y la animadversión, pero patria al final de cuentas.

La salvación de este México y de este estado herido son sus ciudadanos, los que sentimos en nuestros bolsillos el aumento del dólar, porque sí, sí nos afecta, aunque la economista Andrea Legarreta sostenga que no; los que vivimos en las calles y en nuestras colonias la inseguridad; los que sufrimos el desempleo; los que cada vez que salimos rumbo a nuestros centros de trabajo o educativos, le rogamos a todos los santos llegar a tiempo y con vida debido al pésimo servicio de transporte público. Pero al final de cuentas somos los responsables de llevar al poder, a través de nuestro voto, a aquellos que han servido para que a nivel internacional nos tachen de todo.

Hoy más que nunca debemos mantenernos informados, atentos, unidos. Debemos ciudadanizar la política, exigir resultados, vigilar las acciones que realizan nuestros gobernantes y por qué no, involucrarnos en el ejercicio público e incluso timar las tiendas de la política. Con las candidaturas ciudadanas se abre una oportunidad histórica para nuestro país y el estado. Es el tiempo de los ciudadanos y sobre todo de los jóvenes, pues todos aquellos que tienen el afán de cambiar la realidad en la que vivimos y que precisamente por su juventud encuentran las puertas cerradas en los institutos políticos, podrán acceder a diferentes candidaturas. Es más que difícil derrumbar todo este sistema que por décadas ha imperado, pero no importa que nos tardemos en llegar, sino que sigamos participando, abriendo brecha para las nuevas generaciones y así, poco a poco ir consolidando el empoderamiento de la ciudadanía, pues necesitamos renovar y transformar la política para cumplirle a México y a l@s mexican@s. Ojalá que todos más que pronto nos cansemos...

Oradora Nacional. Premio Estatalde la Juventud Querétaro 2013. @MadalyrmDavila

Google News