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Cuando AMLO, a través de sus redes sociales, califica de amarillista la portada de Proceso y, en concreto, la pieza de Álvaro Delgado que lo señala “solo” y “sin proyecto político”, obtiene al instante una réplica mucho mayor a la que le daría “el derecho de réplica” de la revista misma. El derecho de réplica ortodoxo queda, entonces, rebasado por mucho.

Tradicionalmente, un gobierno analizaría el texto y respondería mediante un comunicado general, o dirigido en específico al medio de comunicación que dio origen a la información, con toda exactitud en las imprecisiones, faltas a la verdad o hasta el enfoque que el periodista realizó en su trabajo, el medio podría, entonces, contestar la réplica y se iniciaría un afortunado debate público basado en evidencias, hechos y argumentos sobre los asuntos del interés social… Sin embargo, eso no vende tanto como una declaración alarmista que azuza los seguidores de un populista, eso, da flojerita, mucha hueva.

La réplica mediante videos en Facebook y Twitter que ha venido realizando el presidente electo a cualquier medio o comunicador que ose cuestionar sus políticas es, sin duda, el mejor canal de comunicación para quien huye del debate y se resguarda en el monólogo, si nadie pregunta el discurso del poder queda reducido al discurso dictatorial y el derecho de réplica termina por convertirse en un regaño a los que Andrés considera mafias, fifís o camajanes.

El caso, por ejemplo, de Carlos Loret de Mola, es aún más grave, pues la réplica que se transforma en regaño termina en el puerto de la calumnia al afirmar, sin una sola prueba, que el periodista podría tener acciones en el proyecto aeroportuario de Texcoco, haciendo blanco de descalificaciones grotescas a cualquiera que se atreva a cuestionar los métodos de la 4T. Si cuestionas, así te va a ir.

El Presidente tendrá todo el derecho de decir lo que le venga en gana a través de sus redes en un monólogo para sus aclamadores, eso le gusta y eso quizá piensa que le ha funcionado, la estrategia de lo silvestre podría, ciertamente, acarrear aplausos y vítores a los que se proyecta adicto pero manda una pésima señal democrática: Aquí mando yo y se callan.

Si Andrés Manuel usara el mismo poder y hasta la misma vía para contestar con más argumentos y menos descalificaciones ganaría credibilidad y, seguramente, aún más apoyo del que ya tiene.

Pero hoy, cada video que juzga, pontifica y declara una apoteosis de su papel en la historia que lo va debilitando, lo empequeñece, lo desnuda ante quienes debería arrebujarse de poder, de ese poder que no requiere de las selfies.

Andrés no es Donald, no debería esforzarse tanto en parecerse a él, la historia lo juzgará como uno de los mejores presidentes de México o no, pero será la historia, no él.

Tal vez Peña Nieto debería de darle un consejo: ya sé que no aplauden.

DE COLOFÓN.— José Guadalupe Herrera fue procurador de Tamaulipas con Manuel Cavazos y Eugenio Hernández, acusado de venderle protección a los narcos del CDG y destacado protagonista en los expedientes contra Tomás Yarrington por haber recibido más de 22mdp… Ahora lo quieren hacer magistrado electoral, ¿pasará de noche por la 4T?

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