En los días pasados se conoció que el secretario de Salud del estado de Querétaro, Julio César Ramírez Argüello, ocultó al Gobierno Federal (GF) el número de camas disponibles en los centros de salud de la entidad para ser usadas durante la pandemia de Covid-19 que azota al país. Según sus declaraciones, lo hizo para obstaculizar que personas de otras entidades federativas aledañas con elevado número de casos positivos del nuevo coronavirus, como el Estado de México y la Ciudad de México, vinieran a Querétaro a recibir la atención médica para superar la enfermedad. Esto abre un debate. ¿Qué se puede comentar al respecto?

Tras la declaración mostrada, Ramírez Argüello señaló que sus palabras pudieron haber sido imprecisas y que eso daba lugar a ser malinterpretado. No obstante, en una grabación realizada en abril, María Martina Pérez Rendón, directora de Servicios de Salud, comentó que se le había dado la instrucción de evitar que se les enviaran pacientes de fuera del estado. En tal sentido, habrá algunas personas que respalden la decisión de Ramírez Argüello apuntando que los espacios disponibles en los centros de salud deben ser para las personas queretanas, o que habiten en el estado. Puede que suene lógico, es decir, cada entidad federativa cuenta con sus propias instalaciones de servicios de salud para atender a su población, suena simple. Sin embargo, la reflexión y análisis no puede quedarse ahí y, desde luego, conlleva muchas implicaciones negativas.

En primer lugar, todos somos mexicanos y todos necesitamos acceso a la salud independientemente de dónde vengamos y sobre todo en este tiempo tan delicado en el que estamos. Hoy Querétaro niega la salud a foráneos, ¿y qué va a pasar cuando necesite agua, apoyo a seguridad, medicinas, etc., de otros estados? Sólo hay un México y hoy más que nunca necesitamos solidaridad. Como segundo punto, el hecho de que personas no sean de Querétaro no exime al gobierno de prestarles servicios de salud. Las autoridades gubernamentales simplemente no pueden reservarse el derecho de decidir a quién prestarle servicios de salud y a quién no. Lo que decidió el secretario de Salud fue una acción mucho muy irresponsable. En este contexto significa decidir a quién darle la oportunidad de que siga viviendo y a quién no.

No hay que obnubilarnos por los colores políticos que sigamos, hay que ser críticos en toda la extensión de la palabra: así como fueron muy irresponsables las declaraciones de Andrés Manuel López Obrador al inicio de la pandemia en la que nos decía que siguiéramos nuestra vida, nos abrazáramos y, más reciente, que perdiéramos el miedo de salir de casa, así fue de irresponsable la decisión de Ramírez Argüello al ocular los números de camas disponibles en los centros de salud. Ambas decisiones, la del Presidente y la del secretario de Salud de Querétaro, tienen un impacto mayúsculo en la vida de las personas, esto es, han sido determinantes para que las personas sigan viviendo o fallezcan, por lo que se puede hablar de una complicidad en las defunciones, aunque cueste reconocerlo por la magnitud que eso signifique.

En tercer lugar, sabemos que académicos y científicos han recalcado y evidenciado que el modelo empleado por el subsecretario de Salud del GF, Hugo López-Gatell, es deficiente y más impreciso que otros, y que de la misma manera los datos que presenta en las conferencias vespertinas no reflejan la realidad de la pandemia del país. Pero, ¿con qué cara podría reclamarle Querétaro al GF que no coloca los datos correctos de la pandemia, en este caso de números de enfermos y fallecidos por Covid-19 así como del eterno pico, si en casa tampoco se cumple con mostrar datos veraces? Hay que ser parejos y recordar que la verdadera democracia está en opinar y ser críticos, y no en reprochar y aplaudir ciegamente sólo por seguir los colores políticos.

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