Asistente asiduo a las conferencias mañaneras y uno de los miembros del gabinete con los que a diario hablaba el presidente López Obrador, al general secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, no se le ha visto en lo que va de esta semana en Palacio Nacional y no ha aparecido en eventos en donde se convoca al gabinete de seguridad federal.

Su ausencia llama la atención porque se produce justo cuando crecen las versiones de una “fractura” y un “choque” en la relación entre los mandos del Ejército mexicano, sobre todo en las cúpulas castrenses, y el mando civil del presidente de la República, a partir de cuestionamientos a la política del actual gobierno y a la ideología, “dominante que no mayoritaria” de la 4T, que fueron hechos en un discurso del divisionario Carlos Gaytán Ochoa con generales del Ejército mexicano que encabezaba precisamente el titular de la Defensa Nacional, Luis Cresencio, justo cinco días después del fallido operativo en Culiacán que terminó con la liberación de Ovidio Guzmán.

Los comentarios de ese discurso, avalado en aquel evento del 22 de octubre con aplausos de pie por los miembros de las cúpulas castrenses, que conocieron y consensuaron previamente el contenido del mensaje leído por Gaytán Ochoa, provocaron la molestia del presidente López Obrador, que primero los calificó ingenuamente como “un acto de libertad de expresión”, pero después, cuando el tema creció y se dimensionaron las críticas y el desafío abierto que aquellas palabras significaban al venir de un sector importante de las Fuerzas Armadas, el propio mandatario comenzó a hablar de una amenaza de “Golpe de Estado” a su gobierno y consideró “imprudentes” las palabras del exsubsecretario de la Defensa Nacional.

Por eso extraña que la última vez que se vio aparecer en Palacio Nacional, en la conferencia mañanera al secretario de la Defensa, fuera justo el viernes que estalló el escándalo y la tensión entre esos grupos cupulares del Ejército y el presidente López Obrador. La ausencia del general Cresencio Sandoval se hizo más evidente el martes durante la crisis del cruel atentado contra nueve integrantes de la familia LeBarón en Bavispe, Sonora, a donde el presidente mandó a Marcelo Ebrard ese mismo martes por la tarde, a la cabeza del gabinete de seguridad, pero en el grupo que acompañaba al canciller iban el secretario de la Marina, Rafael Ojeda, el director de la Comisión Nacional de Inteligencia, Audomaro Martínez Zapata, y del jefe del Estado Mayor de la Defensa, Homero Mendoza Ruiz.

Curiosamente el canciller Ebrard justificó la ausencia en esa visita del secretario de Seguridad federal, Alfonso Durazo, “porque tenía comparecencia en el Congreso”, pero nunca explicó y mucho menos justificó por qué no había acudido el general secretario Cresencio Sandoval y en su lugar iba sólo el jefe del Estado Mayor de la Sedena.

Al interior del gobierno se reconoce que los ecos de aquel discurso de Gaytán Ochoa causaron un impacto en la relación tan cercana del presidente con los militares de la cúpula. Y es que, desde que nombró al general Luis Cresencio Sandoval, a quien no conocía, pero recibió muy buenas referencias de su militar de más confianza el general retirado Audomaro Martínez Zapata, el presidente rompió con las reglas históricas y con el escalafón que operaba en el Ejército para el nombramiento del general secretario. Cresencio ocupaba el lugar número 12 en la lista de escalafón de los generales elegibles para titular de la Defensa y al nombrarlo, varias generaciones de divisionarios que se sentían con méritos y trayectoria se sintieron desplazados e ignorados por el nuevo gobierno.

Hoy no está claro si en la molestia que corre en las cúpulas del Ejército y del desafío abierto que un sector de los militares le lanzaron al presidente López Obrador está o no incluido el secretario de la Defensa, porque también hay otro sector del Ejército que sigue leal a la Cuarta Transformación. Por lo pronto, lo que es un hecho es que el general secretario estuvo presente, escuchó y avaló el discurso incómodo y rebelde del general Gaytán Ochoa, y que, a diferencia de los 11 meses de este gobierno, cuando no pasaba día sin que se le viera o en la mañanera o conversando con el presidente en su despacho después de la reunión diaria del gabinete de seguridad, hoy no se ve al general Sandoval y la tensión entre un grupo cupular del Ejército y el gobierno lopezobradorista es ya inocultable.

NOTAS INDISCRETAS… La terna para la CNDH ya “se amorcilló” dijo ayer un senador de la cúpula de Morena, para indicar que el nombramiento de Rosario Piedra Ibarra se envenenó y es “prácticamente imposible”, que hoy se puede dar una designación y más bien es un hecho que los tres candidatos, incluidos Arturo Peimbert y Jesús Orozco, serán desechados por los senadores ante la incapacidad de Morena de reunir los votos suficientes para hacer mayoría calificada. “Morena y AMLO se toparon con Piedra y la oposición no quiso ceder para no darle gusto al presidente en un nombramiento que se veía a modo del inquilino del Palacio”, comentó otro senador que confirmó que lo que procederá es que hoy el Senado nombre a la primera visitadora, Maribel Guzmán Pérez, como encargada del despacho de la CNDH para proceder a reponer el proceso de selección y elegir una nueva terna que será sometida a votación. Ni hablar, como dice la canción de José Alfredo, “una Piedra en el camino”… Con la investigación a Gerardo Ruiz Esparza, extitular de la SCT, suman ya seis los invitados a la boda de la hija de Juan Collado que son acusados, investigados o renunciados. Y se va cerrando el círculo cada vez más cercano del expresidente Enrique Peña Nieto. ¿Quién será el séptimo?... Los dados mandan Escalera doble. Bueno el tiro.

sgarciasoto@hotmail.com

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