A partir de que entendí y acepté mi misión de vida y los dones asociados a ésta, no hago otra cosa que echar manos a la obra, planeando y definiendo las estrategias a seguir, acompañándolas de acciones que le den forma a mi decisión. Esta misión se me presentó por dos sentidos: ser feliz y compartir con otros aquellas experiencias que les ayuden a tener una mejor versión de sí mismos. “Ser Feliz” es una misión que comparto con todo ser humano la cual, aunque lógica, muy pocos ven y buscan con verdadera profundidad. Inclusive pienso que las creencias obtenidas nos llevan a confundirla con la adquisición de objetos que nos hacen momentáneamente felices. Esto provoca una sociedad volcada a conseguir una “mejor calidad de vida”, a través de obtener el mayor ingreso posible, dedicada a profesiones “que dejan”, ansiosa por obtener buena ropa, departir en los lugares de moda, tener un mejor carro, un departamento, luego una casa, amistades acomodadas, buenos contactos profesionales, al final metas que brindan “felicidad” de forma efímera. Este enfoque nos encierra en una carrera sin fin, marcada por los estándares y gustos de un grupo que decide lo in y lo out, que juzga qué comportamientos son bien y mal vistos. En mi experiencia, encuentro la verdadera felicidad al enfocarme en “ser” y no en “tener”. Y ojo, esto no implica que para ser feliz tengo que vivir en carencia, sin goce y evitando por culpa lo que me agrada. Simplemente creo que al aceptar quien soy y actuar en consecuencia, los momentos de felicidad son más duraderos y congruentes con aquello de lo que estoy hecho. Mi segundo sentido de vida decidí ejercerlo a través de conferencias, blogs, cursos vivenciales, talleres, etc. Unos enfocados a empresas, ayudándoles a eficientar sus equipos de trabajo a partir del juego y otros temas más holísticos dirigidos a la persona. Me di cuenta que dominaba perfectamente el Qué y el Cómo, de aquello a lo que me dedicaba. Sin embargo, no me había respondido con profundidad el Para Qué lo hacía. Fue hasta que, basado en mi intuición, me respondí esta pregunta y que encontré mi razón de existir. Inclusive he experimentado que cuando actúo congruente con ese Para Qué, a la gente que me escucha en una charla, mi equipo de trabajo, mis hijos, les hace sentido lo que hago y entonces en lugar de arrear gente, la inspiro basado en pasión y congruencia que imprimo a mis actos. Me doy cuenta que “La gente no compra lo que hago, sino Porqué lo hago”. Encontré dos frases que me llamaron a escribir este artículo. Una viene de la campaña de “The Case Fundation” (casefundation.org) llamada BE FEARLESS, la cual invita a tomar riesgos, ser atrevido, a avanzar fallando (si es necesario). Traen a la mesa casos de humanos hoy considerados fuera de serie, mostrando que ni siquiera ellos han ganado todas las partidas. La segunda es un juego de palabras utilizado por Darren Hardy, editor de la revista Success, quien invita a cambiar la palabra IMPOSSIBLE por I’M POSSIBLE. Esto me lleva a reflexionar que lograr o no algo depende de mi actitud, confianza, valentía y constancia. La misma palabra negativa, lleva implícita la solución: yo. En conclusión, convertir en posible lo aparentemente imposible conlleva la decisión de escucharme sin dejarme llevar por opiniones de quien no está dispuesto a arriesgar. Enfocarme en aquello que me mueve, perdiendo el miedo y confiando que si me hace sentido la misión en cuestión, las cosas van a funcionar ya que esta (la misión) dicta la razón por la cual existo aquí y ahora. *Instructor vivencial y conferencista de vida.

Google News