El día de ayer se renovaron las 18 presidencias municipales en nuestro estado, la expectativa sobre el cambio o continuidad de una administración a otra en términos de una fuerza política se confirma o modifica en algunos municipios, pero no es esto sobre lo que quiero reflexionar esta semana #DesdeCabina, sino de la continuidad o reinvención de las administraciones, y de las implicaciones de ello.
El compromiso que asume cada alcalde y cada miembro del ayuntamiento es sin duda el de poner su talento, su esfuerzo, su posicionamiento político y sobre todo su honestidad al servicio de los ciudadanos que los eligieron. Esgrimen argumentos de cambio, de mejoras, de verdadera honestidad y sobre todo de mucha cercanía con los ciudadanos; sin embargo, la realidad de los programas de trabajo en algunas ocasiones dista mucho de ofrecer soluciones congruentes con la realidad de los municipios y sobre todo de los presupuestos. Esta falta de congruencia entre algunas variables, tales como tiempo, recursos y problemática a resolver en el municipio, tienen ponderaciones que requieren un análisis concienzudo que, desafortunadamente por falta de tiempo en las administraciones municipales —dado el ciclo político de 3 años—, no puede hacerse adecuadamente, provocando que se implementen programas o proyectos que “llaman la atención” o que por ser tan “disruptivos” provocan rompimientos con la ciudadanía, que empujada por medios electrónicos de comunicación, se vuelca en promover oleadas de desinformación y desprestigio trayendo a su vez, decepción y pérdida de credibilidad.
El asunto no queda solamente ahí, algunas acciones más cuestionables resultan de los virajes abruptos en la dirección del timón cuando programas completos son cancelados o “reorientados” para servir a nuevos propósitos, perdiendo el original para el cual fueron creados; o la denostación de acciones —algo verdaderamente lamentable— por ser consideradas fallidas o simplemente por haber sido implementados en la administración anterior, sin importar el impacto en la percepción de la ciudadanía, que repito, queda a merced de fuentes malintencionadas.
No es fácil gobernar un municipio, no soy quien para afirmarlo o cuestionarlo, pero sí creo, como ciudadano principalmente, que se esperan administraciones respetuosas de la realidad y del pasado de cada municipio, de sus programas exitosos, de los errores que se hayan cometido, sin menoscabo de la responsabilidad que asumen de enmendarlos y aplicar la justicia en el ámbito de las facultades y responsabilidad que recién asumen; se esperan administraciones cercanas, honestas y comprometidas con los verdaderos problemas de sus demarcaciones, de una comunicación con sus gobernados, permanente y exhaustiva pero no suntuosa, de un compromiso con el medio ambiente, la inclusión y sobre todo con una empatía hacia la ciudadanía a prueba de todo y de todos.
Reinventar las administraciones, del tipo y tamaño que sean no es el camino fértil, es más bien el llano desolado que el sol carcome hasta dejarlo estéril, es un camino en el que los gobernantes y ciudadanos se separan y dejan de construir poniendo de lado la simbiosis que debe existir entre ambos y dándole cabida al descontento, al hartazgo e incluso a la violencia mediática. La continuidad de lo bien hecho, con los matices y tintes que cada administración busca imprimir, es lo práctico en tiempo y recursos; la incorporación de nuevos proyectos y programas sensibles congruentes en tiempo y pertinencia social deben ser sin duda parte de la fórmula para avanzar sobre lo ya construido, para no volver a empezar.
Rector de la UNAQ / @Jorge_GVR