Realizar mis estudios de posgrado en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ingeniería de la UNAM (DEPFI-UNAM), ingresando en 1978, resultó una experiencia muy fructífera, en lo académico y en lo formativo. Pude constatar que los conocimientos logrados en mis estudios de licenciatura en ingeniería civil en la UAQ habían sido satisfactorios, me brindaron bases sólidas para participar en ese ambiente selecto y exigente, en términos académicos, de la DEPFI-UNAM.

En la DEPFI-UNAM no escuché de mis profesores alguna pretensión dogmática o intento de adoctrinamiento político, tampoco eran temas de interés, discusión o conversación entre mis condiscípulos; lo fundamental correspondía a la ciencia y la ingeniería, la mecánica de suelos y las áreas del conocimiento relacionado; evidentemente, sí existían conversaciones extracurriculares en el momento apropiado, sin contenido político.

Luego de concluir la maestría en ingeniería y realizar la tesis correspondiente, obtuve el grado a finales de 1982; durante dos años llevé a cabo estudios adicionales que me llevaron a obtener créditos pre doctorales, en esos años también trabajé como consultor en ingeniería para el Grupo ICA y luego en la entonces SARH, en su Subdirección de Investigación y Desarrollo Experimental.

En 1983 me integré a la UAQ como profesor en la Facultad de Ingeniería, impartiendo cátedras de mecánica de suelos y cimentaciones, tanto en la licenciatura en ingeniería civil como en sus programas de posgrado.

La tesis con la cual obtuve el grado de maestría en ingeniería (mecánica de suelos) en la UNAM no la llevé a cabo en la línea de investigación que prefería, no se tenían las condiciones para realizarla apropiadamente. No obstante, la tesis realizada también tenía relevancia y utilidad para avanzar en el conocimiento, con interés teórico y práctico; desarrollé un programa experimental para investigar la resistencia al esfuerzo cortante y la compresibilidad de materiales granulares (arena de pómez), los cuales llegan a ser utilizados para terraplenes o en otras condiciones que reciben la cimentación de edificaciones diversas, es el caso que ocurre en Guadalajara, Jalisco, y en zonas aledañas, además de otras entidades de nuestro país que tienen depósitos naturales de arenas pumíticas (de origen volcánico).

Como profesor de la Facultad de Ingeniería de la UAQ, presenté un par de propuestas de temas de investigación al entonces Rector, Lic. Braulio Guerra Malo, una se refería a continuar sobre la mecánica de medios granulares y la otra al comportamiento mecánico de los suelos expansivos, pensando especialmente en Querétaro y su ciudad capital, con el propósito de poder estabilizarlos o para construir cimentaciones de viviendas sobre ellos de manera más adecuada, así como para otro tipo de obras como son los pavimentos.

La respuesta del Rector a las dos propuestas sometidas a su consideración fue clara y muy objetiva, pensando en los requerimientos de Querétaro y del país. Así las cosas, se aprobó la línea de investigación sobre el comportamiento de las arcillas expansivas, la que también resultaría de utilidad para muchas regiones del mundo.  (Continuará)

Ex Rector de la UAQ 
zepeda@uaq.mx 
jalfredozg@yahoo.com.mx

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