No saben lo agradecido, emocionado y esperanzado con lo que vi el pasado sábado en Juriquilla. El festival mano a mano entre Marco Pérez y Juan Pablo Ibarra, que dicho sea de paso, son unos ‘monstruos’ en el ruedo.

Me di tiempo de llevar a mi familia a la plaza, sabiendo que la pandemia parece ceder y, a pesar del sol, era una buena oportunidad para mostrarle a mis hijos —en compañía de mis padres— el arte de la Fiesta Brava.

Muchos niños en el tendido, dulces, palomitas, agua al por mayor, pero sobre todo, ganas de conocer.

Los olés fueron diferentes, se escuchaban infantiles, aunque que no hubiera pases surgían en los tendidos. Ahí fue cuando me di cuenta la gran corrida que estaba presenciando.

En el ruedo, dos niños toreros picándose la cresta, queriendo ser mejor que el otro, con ganas de sentirse toreros apoderándose de la escena.

La porra infantil fue un gran acierto de Tauromaquia Mexicana —comandada por Mariana Fernández— aderezaba aún más este arte y espectáculo.

El ver a los niños emocionarse, claro sin entender pero siempre con un guía a lado, fusionado con las voces de la experiencia, personas mayores que veían a los niños como grandes figuras del toreo tanto en el ruedo como en el tendido.

Juan Pablo Ibarra entregándose a su segundo novillo, cortándole las orejas y el rabo, y Marco Pérez con un son que evoca a los grandes.

Lo mejor de todo es que ya nos dimos cuenta que la fiesta vive si  alcohol, ni una gota de alcohol se bebió ese sábado, todo era agua natural y, les digo una cosa, se disfrutó igual o mejor.

Ahí están las lecturas de este evento que el Pollo Torres Landa, genio y figura logró.

Podemos estar tranquilos, que con estos eventos la Fiesta Brava está en buenas manos.

@olmo_16a@hotmail.com

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