El reciente informe del Departamento de Estado norteamericano, que anualmente rinde al Congreso sobre la situación de los derechos humanos en aquellos países que reciben fondos de ese gobierno -incluido México-, ha descompuesto el ánimo del presiente de México que un día sí y otro también se empeña en pelear con el gobierno de Biden, a pesar de conocer las condiciones para recibir los apoyos.

En el “Resumen Ejecutivo”, de apenas 36 páginas, se documentan los abusos cometidos por autoridades mexicanas (funcionarios públicos, policías y fuerzas armadas, entre otras): homicidios ilegítimos o arbitrarios, desaparición forzada; tortura o tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes; condiciones penitenciarias duras y potencialmente mortales; arresto o detención arbitrarios; restricciones a la libertad de expresión y de los medios de comunicación, incluida la violencia contra los periodistas; graves actos de corrupción gubernamental; impunidad, tasas extremadamente bajas de enjuiciamiento (alta impunidad); y complicidad de algunos agentes del gobierno con la narco internacional.

De igual manera, se señala la impunidad: el bajo número de investigaciones y sanciones a los crímenes cometidos por la delincuencia organizada: homicidio, tortura, secuestro, extorsión, trata de personas, soborno, intimidación y amenazas.

El Informe es verídico porque fue realizado con información oficial del gobierno mexicano; porque refleja claramente la situación que vivimos los mexicanos, aunque no le importe al presidente por estar fuera de sus prioridades electorales; porque prefiere los abrazos de la delincuencia organizada a enfrentarlos con balazos.

Sobre esta flagelante realidad que las mujeres padecen e intentan —sin resultados— hacerle ver a AMLO éste permanece indiferente: en 2019 sólo 2% de las mujeres víctimas de violencia doméstica recibió apoyo; sólo se persiguió al 5% de los responsables y apenas el 1% recibió sentencia condenatoria; en 2022 se asesinó a 3 mil 754 muertes de mujeres, de ellos 947 casos fueron considerados como feminicidios; y en 2022 fue el segundo año con más víctimas mujeres de homicidio doloso, después de 2019.

En lugar de tratar el asunto por la vía diplomática, López obrador ha reaccionado emocionalmente al informe calificándolo de falso, mal hecho e intencionado (bodrio), mentiroso, politiquero, de estar hecho para mentir y calumniar; y, contra el gobierno: de no querer abandonar la doctrina Monroe, de querer ser el gobierno del mundo, de proteger al conservadurismo de América Latina, el Caribe y el mundo.

Frente a este “intervencionismo” estadounidense, el tabasqueño reacciona apelando al patrioterismo, a los sentimientos antinorteamericanos de una parte de la población.

Andrés Manuel lee políticamente en este documento la pretensión de doblarlo para que asuma la responsabilidad de que el fentanilo ni los migrantes lleguen a los Estados Unidos (ambos temas de campaña en las elecciones de noviembre de 2024); y para influir en la sucesión presidencial de México.

Es una pena que AMLO haga casi nada por frenar la violencia en el país y que con sus omisiones premie la impunidad; que se preocupe por la opinión de los extranjeros y no de la de los mexicanos y que sea señalado como el peor gobierno en materia de seguridad, salud, crecimiento económico, de respeto a la vida y a la democracia; y por ceder la soberanía a narcoterroristas, como lo señaló el exfiscal William B.

Periodista y maestro en seguridad nacional

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